#41 Por Poco (Continuación 1/2)

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La manilla de la puerta comenzó a girar, y de tantas emociones juntas que sentí de una sola vez, me volteé rápidamente hacia el inodoro, me arrodillé y me puse a vomitar; mi estómago no las soportó.

Ringo abrió la puerta y George actuó de inmediato; se inclinó y me sujetó el cabello para no mancharlo.

—¿Qué sucede? ¿Brenda, amor, estás bien?— Preguntó Ringo preocupado.

—Se sentía mal... y bueno, yo la escuché y... vine a ayudarla.— Por lo menos George sí sabía mentir.

—Déjenme sola, por... favor— Odiaba esto, era lo peor del embarazo, aparte de los mareos y los antojos.

—Si necesitas algo estaré aquí afuera, mi vida— Me dijo Ringo mientras salía del baño con George.

—Gracias.— Me levanté y me enjuagué la boca. Me quedé un rato en el baño analizando todo lo que sucedía.

Uno: Me siento basura, ¡¿Cómo puedo hacerle esto al hombre que amo?! Estoy avergonzada de mí misma.

Dos: Ringo tarde o temprano se enterará. Creo que ya está sospechando de que hay algo extraño en todo esto.

Tres: ¿Cómo reaccionará George cuando le diga sobre esto? ¿Debería decírselo? ¿Y si el bebé que estoy esperando es realmente de Ringo? ¡Esto me está volviendo loca!.

Cuatro: Y si el bebé es de George... ¡¿Qué les diré a mis padres?! ¡¿Y a los padres de Ringo?!... ¡YA SÉ! Les diré que me acosté con George por vengarme de Ringo por haberse acostado con Ali, la esposa de Paul. ¡Pues simple!... ¡CLARO QUE NO! ¡SERÍA UNA MALDITA LOCURA!.

Cinco: ¿George se estaba enamorado de mí? Wow, ¿será cierto?... tendremos que hablar de otra cosa más.

Salí del baño y me dirigí a la sala; allí estaban los dos hablando.

—Bueno... yo me voy— Dijo George incómodo al momento que me vio.

—¿Ya te vas? ¡Vamos, quédate un rato más! Llamaré a los chicos para que vengan.— Dijo Ringo tomando el teléfono.

—Es que...— Nuestras miradas estaban conectadas, George no me quitaba la vista de encima y yo tampoco de él —Quedé de juntarme con Deborah, y...— Ringo lo interrumpió.

—¡Pues invitémosla también! Llamala ahora mismo, ten— Le ofreció el teléfono, Ringo parecía tan entusiasmado como un niño. Últimamente ha estado tan feliz que con sólo mirarlo me entristece; creo que no podré ocultar todo esto por mucho tiempo.

—Es... está bien.— George resignado marcó a Deborah.

Pasaron 4 horas, los chicos estaban algo ebrios... bueno, los que más ebrios estaban eran: Ringo, John... y George. Yo me encontraba conversando con las chicas en una esquina, estabamos hablando sobre nuestros esposos y también nos reíamos de las locuras que hacían John y Ringo.

—Mira, amor— Me dijo Ringo —John dice que no puedo hacerlo— Se puso una copa en el mentón y ésta inmediatamente cayó al piso haciéndose trizas.

—Definitivamente John tenía razón— Me largué a reír, al igual que todos los demás.

—Nadie es mejor que yo— Dijo John posando como diva.

—¡Ja! Veamos.— Me levanté y me dirigí hacia ellos, tomé una vaso que aún contenía una bebida, que creo que era whisky, porque al intentar hacer lo mismo fallé, y todo el contenido se derramó por toda mi blusa.

Todo el mundo se echó a reír, yo también lo hice, eso me pasó por querer hacer las mismas estupideces que hacen los borrachos.

Subí a cambiarme la blusa, y mientras me dirigía a mi habitación, choqué con George.

—¡Ups!, lo sien... lo siento— Venía saliendo de la habitación de huéspedes, al parecer estaba más borracho que todos.

—¿Estás bien?— Reí, porque sabía que no lo estaba. —¿Buscas algo?— Lo miraba con curiosidad.

—Estaba... yo estaba... ¿Qué estaba busc... cando?— Decía George mientras se rascaba la cabeza tratando de recordar.

—Hmm... pues, no lo sé. ¿Quizá el baño?— Se me hacía muy tierno estando ebrio, nunca lo había visto tan así.

—¡El baño!, eso era— Se dio la vuelta y tomó la manilla de la primera puerta que encontró.

—No, ese no es el baño, esa es mi habitación— Volví a reír —El baño está por allá, a la izquierda.

—Oh, lo... siento, dis... disculpeme, bella da... ma— Hizo una reverencia. Eso me hizo mucha gracia.

Entré a la habitación, me dirigí a mi baño y me limpié. Luego busqué un brasier y una camiseta; las blusas ya me tenían aburrida, quería sentirme más cómoda por ahora, así que elegí mi camiseta favorita.

Cuando estaba poniéndome el brasier, la puerta de la habitación se abrió de golpe haciéndome dar un pequeño grito del susto.


Continuará...

El Libro de Confesiones de la Señora Starr (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora