[33] La ansiada verdad. (2)

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Y aquí lo tenéis. La razón de que Rick no quiera que Diana se una a él. :) Espero que os guste y que no os decepcione. Muchos besos, abrazos y mimos :*

¡Por cierto! Me acabo de hacer una cuenta en instagram :D Si queréis que os siga, decidme vuestro nombre y lo haré encantada. ^^ 

DIANA.

Sentí mi corazón latir a mil por hora mientras Rick apoyaba la cabeza contra el cabecero de la cama con una expresión tensa en el rostro. Sus ojos plateados se clavaron fijamente en mí, como si estuviera analizando si era capaz de aguantar lo que iba a decir. 

Tragué saliva y apreté su mano mientras él suspiraba.

  –Sigue, por favor –supliqué con voz aguda, temerosa de cómo terminaba aquella historia.

  –Este infierno comenzó días después del asesinato del padre de Jacques, y fue la causa de todo esto–la voz de Rick estaba teñida por una especie de una amarga aceptación; sus ojos grises parecían gritar furiosos–. El lobo con el que mi madre se emparejó era el hijo de una Sacerdotisa de la Luna, una mujer con dones y poderes, que jamás perdonó el cruel asesinato de su hijo.

Aquellas palabras fueron como dagas directas a mi pecho. Con lágrimas en los ojos, me llevé una mano a la boca para contener un sollozo, mientras recordaba el fragmento que aquella poderosa mujer había escrito en las hojas finales de su libro:

''No creo ser capaz de aguantar este dolor por más tiempo, no creo ser capaz de mirarles a los ojos después de lo que me han arrebatado. Marie me pide que perdone a aquel monstruo que me ha quitado a lo más preciado para mí... Me pide que le perdone a ella.

Pero, ¿cómo puedo hacerlo? ¿Cómo puedo perdonar que mataran a mi hijo?''

–Aquella mujer era la Sanadora de la Manada, la mujer que escribió el libro que tienes. La pena y el dolor por la pérdida de su hijo hizo que cometiera una locura... Se vengó de mis padres, y se aseguró de que sus almas jamás estuvieran juntas–Rick cerró los ojos y apretó la mandíbula con fuerza–. Un mes después de la muerte de su hijo, el día de luna llena, sacrificó su propia vida para completar la venganza que le había estado consumiendo durante tantos días: la Manada enemiga tendría que vivir apartada de todos y de la sociedad, viviendo como lobos para poder sobrevivir; sin embargo, la mayor parte la sufrió el Alfa que asesinó a su hijo, pues solamente podría convertirse en humano el mismo día y en el mismo lugar en el que la maldición se reveló. 

Sentí como mi corazón se resquebrajaba poco a poco mientras empezaba a entenderlo todo. El miedo, la inseguridad y el terror de que sus advertencias fueran ciertas, estaban destrozando mi alma poco a poco. 

  –¿Solo un día? ¿Por qué? –pregunté en un susurro, sintiendo como las lágrimas se deslizaban por mis mejillas. No podía ser cierto, el destino no podía ser tan cruel.

–La Sacerdotisa se encargó de que la noche en la que recuperase la forma humana, recordase vívidamente la manera en la que asesinó a su hijo. Ella le castigó por comportarse como un animal, por dejarse llevar por sus instintos. 

Cerré los ojos con fuerza mientras sentía como mi pecho se apretaba por el desazón. 

–¿Y tu madre? ¿Qué le ocurrió a ella? –jamás habría podido imaginar que una mujer como ella hubiese vivido algo tan horrible. Ahora comprendía muchas cosas, todo empezaba a encajar en mi cabeza. Sin embargo, ahora no sabía si de verdad había valido la pena, pues el dolor estaba desgarrándome por dentro sin ninguna piedad.

–Ella tendría que vivir con el dolor de saber que su Compañero de Vida vive cerca de ella, pero que él no la reconoce... salvo un día–Rick clavó su mirada plateada en mí–. El Festival de Invierno, el día en el que ambas Manadas vuelven a reencontrarse... Pasado mañana.

Jadeé sin poder creerlo. ¿Dentro de dos días? ¿Todo esto iba a ocurrir ya?

  –Maldita sea Rick... ¡No puede ser! –grité con dolor, mordiéndome el labio con fuerza.

–Ahora ya lo sabes, Diana... No puedo enlazar tu alma a la mía, no después de ver día a día el dolor que sufre mi madre –Rick negó con la cabeza y apartó su mirada de la mía, soltándome la mano y apretándola en un puño–. Cuando ocupe su lugar, me olvidaré de ti. De esto. De todo. Seré un Alfa que vive por y para su Manada... Nada más. 

Oír aquellas palabras de su boca desgarraron mi corazón. Mis manos temblaron con fuerza mientras imaginaba el dolor que sentiría al saber que mi Compañero de Vida, que Rick, no me recordaba... Que no existía para él. No podría soportarlo. Un sollozo se escapó de entre mis labios.

–Rick...–no sabía que decir, simplemente necesitaba acercarme a él. Necesitaba su calor.

Sin embargo, él negó con la cabeza y se deslizó con cuidado hacia el otro lado de la cama, sentándose en el borde. A pesar de que su herida todavía parecía sangrar, no podía pensar ahora en eso... Solo podía pensar en encontrar una solución, en algo que pudiese arreglar esto. Sin embargo, no la había. Y estaba cada vez más desesperada. 

  –No me importa –espeté entonces, con el ceño fruncido y las lágrimas saliendo sin pausa de mis ojos. A pesar de que ambos sabíamos que era mentira, no podía imaginar mi vida sin él. Sin poder tocarle, sin poder oír su voz... Aunque fuese una vez– ¡No me importa, Rick! ¡Prefiero vivir esperándote que vivir sin ti!

–¡Diana! –gritó entonces él, mirándome por encima de su hombro con el ceño fruncido. Sus ojos plateados brillaban tormentosos, gritándome todo el dolor que guardaban dentro– ¡No voy a permitir algo así, joder! ¡No voy a verte sufrir! 

–¡Esa es mi decisión! –le espeté desesperada, poniéndome de rodillas en la cama, intentando acercarme más a él– ¿Es que no entiendes que no puedo vivir sin ti, idiota? Si puedo elegir estar contigo, aunque sea un maldito día al año, lo elegiré sin dudar... ¡Porque estoy enamorada de ti, Rick! ¡Te quiero, maldito seas!

El rostro de Rick se contrajo con dolor, como si acabase de golpearle en el pecho. Acababa de ponerle mis sentimientos en bandeja, acababa de entregarle mi corazón... Pero no recibía respuesta alguna, salvo el silencio. Sus ojos brillaban, pero sus labios seguían sellados.

 Entonces, él negó en silencio y agachó la cabeza, apoyándose en sus rodillas.

  –Desde pequeño, he estado viniendo aquí continuamente, viviendo con mi padre y viendo como su parte animal crecía día a día. Al principio creíamos que era algo normal, que simplemente era la costumbre por estar transformado continuamente, pero ahora nos hemos dado cuenta de que hay algo más, que la maldición no termina ahí: la parte humana de mi padre está muriendo. Anoche salí a buscarle pues había intentado huir, y cuando lo encontramos me hizo esto –mi estómago se apretó mientras oía su voz llana, sin ninguna emoción... tan fría que dolía–. Él ya no se acuerda de mí, y seguramente cuando pase el Festival de Invierno, tengamos que dejarle huir. Se convertirá completamente en lobo, y mi madre morirá por la pena cuando dentro de un año no vuelva a aparecer.

 Los sollozos salieron entonces de lo más profundo de mi alma mientras por fin lo comprendía: su verdadera razón, el último secreto. Deslizándome hacia él, envolví su cintura con mis brazos e intenté consolarle, a pesar de ser yo la que lloraba sin consuelo.

–Ésta es la verdadera razón, Diana. Este es el porqué no voy a enlazar tu alma a la mía...–su voz sonaba grave mientras susurraba estas palabras– Te quiero demasiado como para arrastrarte a la muerte. 

LUCHA DE IGUALES. || LB#3 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora