TOBÍAS.
Me aguanté la risa mientras oía las constantes preguntas de Lucy, que parecía cada vez más indignada. Había estado contándole el tiempo que pasé entre las Manadas, ocultándome entre los grandes bosques con los lobos, aprendiendo a controlar mi poder.
–¡¿Cómo?! ¿Todas las Manadas habían sabido de lo que ocurría entre ambos? ¡¿Derek incluido?! ¡Voy a matarlo! ¡Lo descuartizaré, lo haré trocitos, y se lo daré de comer a mi perro!
–Lucy, tú no tienes perro –dije seriamente, apartándole del rostro aquel mechón que se había soltado de su coleta esta mañana. Era tan adorable y tan bonita, que no entendía como había pasado tanto tiempo lejos de ella sin volverme loco.
–¡Lo compraré! –expresó ella con desagrado.
No pude decir nada mientras la veía refunfuñar y quejarse sobre los secretos, los malos amigos y las traiciones familiares. Aunque sabía que estaba enfadada por todo ello, ella no iba a guardarles rencor a ninguno de los otros, los cuales habían cumplido con la promesa que me hicieron.
–No es culpa suya –intenté calmarla, acariciando su mejilla con la yema de mis dedos, disfrutando de su suavidad mientras recordaba aquellos días en los que me refugiaba con los lobos–. Les pedí que me prometieran que ellos no te hablarían de mí. Te habría hecho sufrir de manera innecesaria, ya que no habría podido volver.
Sus labios hicieron un gesto de refunfuño, pero no dijo nada mientras se cruzaba de brazos y me miraba con el ceño fruncido. Con una pequeña sonrisa, me incliné hacia ella y le di un suave beso; al instante, su expresión se relajó e incluso me regaló una sonrisa.
–No hagas eso –dijo, levemente sonrojada y apartando la mirada–. Es molesto.
–¿Por qué? ¿No quieres que te bese? –le pregunté, sabiendo que solo conseguiría que aquel sonrojo aumentara. Cuando ocurrió, mi sonrisa aumentó.
–¡Sí que quiero! –estaba tan avergonzada por su afirmación que hasta sus pequeñas orejas se habían puesto rojas–. Deja de ponerme nerviosa, viejo. No es justo, no me gusta.
Antes de que pudiera seguir quejándose, cogí su rostro con mis manos y clavé mi mirada en sus ojos, en aquella mirada única que pertenecía a la primera híbrida conocida. A mi princesa. A mi Compañera de Vida.
–¿No te gusta? –susurré, inclinándome hacia ella. Su dulce olor me envolvió, y yo sentí unas irrefrenables ganas de sonreír. Siempre había sido así con ella. Después de todo la oscuridad que había abarcado mi alma, Lucy era la única capaz de sacarme de ahí.
–Bu-bueno, me gusta, pero... ¡Tobías! –se quejó ella, posando sus manos sobre las mías–. Sabes que...
Sus palabras se quedaron en el olvido en el mismo momento en el que toqué sus labios. Ella era tan dulce, tan tímida, que hacía que mi corazón temblara. Quería cuidarla y a la misma vez quería ver aquella parte salvaje de ella.
Quería ser su calma y su tempestad, de la misma forma que ella era la mía.
Cuando nuestros labios se separaron, suspiré. Llevaba toda la vida esperando por esto, por estar así junto a ella, y no había nada que volviera a alejarme de su lado, del lugar al que pertenecía.
–Te quiero –le dije, soltándole el rostro y recostándome contra el tronco, disfrutando de su máximo sonrojo y escuchando embelesado los rápidos latidos de su corazón. Sus grandes ojos brillaron con emoción y se mordisqueó el labio mientras me miraba fijamente, como si no pudiera creerse lo que acababa de decir–. Te quiero, Lucy. Después de catorce años lejos de ti, por fin puedo decírtelo de nuevo. Gracias por ser la luz de mi alma.
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LUCHA DE IGUALES. || LB#3 ||
WerewolfTercera temporada de LOBO BLANCO. Todo había cambiado entre nosotros. Todo. Desde que Rick me encontró en el bosque, todo se había convertido en un revoltijo de emociones crudas y violentas, de deseos gritados en silencio y de sentimientos callados...