[47] Unión.

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DIANA.

Había anochecido con rapidez, y ni siquiera habíamos sido conscientes del rápido paso del tiempo mientras discutíamos lo que iba a ocurrir a partir de ese día. Al final, habíamos llegado al acuerdo de que mañana sería el juicio del Sanador, y en él decidiríamos que ocurriría con él; Alan lo había sacado de la cabaña para ponerlo bajo vigilancia. 

Marie, en cuanto había terminado la votación, había salido del salón sin decir nada y se había encerrado en la habitación. Nadie había dicho nada sobre ello, pero era un tema que colgaba sobre nosotros como un afilado carámbano de hielo.

  –Se está debilitando –dijo de pronto Jacques, cuando Marie desapareció de nuestra vista. Nadie se atrevió a decir nada, pues sabía que las palabras de Jacques eran ciertas. Marie había perdido todas las ganas de continuar, pues ya no tenía nada que hacer allí. Para ella, la única razón por la que vivir ahora estaba corriendo por los bosques, ajeno a todo el dolor que su marcha había causado–. No podemos obligarla a continuar con una carga como esta, ella se merece descansar –de pronto, Jacques clavó su mirada en Rick–. Tú deberás ocupar su lugar.

Rick se quedó en silencio, con la mirada fija por el mismo lugar por el que había desaparecido su madre.

–No –se negó Rick de pronto, clavando sus ojos en los de su hermanastro–. Yo no puedo liderar una Manada de la que nunca he sido parte, Jacques. Esta Manada es tuya.

Jacques frunció el ceño mientras negaba con la cabeza.

  –Yo tampoco puedo hacerme cargo de dos Manadas, Rick, y aunque la maldición se haya roto, he sido yo el Sucesor de la Manada de tu padre. Debo ir con ellos, debo cuidarlos. Y tú debes hacer lo mismo con esta.

Rick negó con la cabeza.

  –La Manada de mi padre lleva demasiado tiempo oculta en el bosque, repudiada y marginada por la maldición. Ahora que esta se ha roto, no hay motivo por la que seguir manteniéndolos ocultos como si fueran asesinos –Rick miró a Alan y a Ariadna mientras éstos le devolvían una mirada de agradecimiento y de conocimiento. Ellos sabían de lo que Rick estaba hablando, y estaban cansados de vivir lejos de los demás por algo de lo que no habían sido culpables–. Además, la Manada de Marie solo aceptará de verdad a un líder, y ese eres tú. Solo tú y tu Compañera podéis unir ambas Manadas y conseguir el perdón de todos.

  La expresión de Jacques era estupefacta, sin creer lo que Rick estaba diciendo. Por dentro, yo estaba muriéndome por lanzarme sobre mi Compañero para abrazarle, orgullosa de él. Estaba dejando que su hermano mayor se quedara con todo el poder, pues sabía que Jacques era el único que conseguiría que todo el rencor pasado desapareciera.

–Si yo consigo el poder de ambas Manadas, tú no tendrás nada, Rick –dijo lentamente Jacques, como si su hermano hubiera perdido la razón.

Rick sonrió de lado y se encogió de hombros.

  –Lo sé –dijo sin más–. Sin embargo, no te creas que estoy haciendo esto solo por vosotros. Realmente, estoy pensando en mí. Por primera vez, me da igual lo que pase. Voy a hacer lo que sea mejor para mí y mi Compañera... Y ésto lo es.

–¿A qué te refieres? –preguntó Ariadna, mirándonos a ambos. Me mordí el labio inferior cuando me di cuenta de que Rick había pensado lo mismo que yo.

–En unos años, mi padre me legará el lugar como líder de mi Manada –expliqué, mirando a Ariadna y a Jacques alternativamente–. Y si Rick se hace cargo de esta Manada, tendremos que vivir alejados para dirigir cada uno a su pueblo. Así que, después de todo lo que nos ha pasado, esa no es una opción posible. No pienso permitir que él esté lejos de mí, así que Jacques deberá ocuparse de todo aquí.

LUCHA DE IGUALES. || LB#3 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora