Capítulo extra [1]

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Aquí tenéis el primer capítulo extra ^^ espero que os guste y que lo disfrutéis.

Intentaré subir el siguiente pronto, pero no sé cuándo estará listo. 

Un enorme beso <3. 

PD. Lamento que sea tan corto :(

TOBÍAS.

La oscuridad lo embargaba todo, me rodeaba por todos sitios e impedía que la luz llegara a mí, aunque sabía que estaba ahí. Por algún sitio. Esperándome.

No sabía cuánto tiempo llevaba así, pero el miedo que había sentido por primera vez ya no estaba. Parecía como si llevara siglos encerrado en esta oscuridad, la cual se paseaba por mi piel, rozándome con frialdad. Y aunque gritaba, nada era capaz de romper el inmenso silencio que había. Las lágrimas habían terminado hacía mucho tiempo, al igual que todo lo demás. Me sentía entumecido y cansado, sin fuerzas para intentar liberarme de aquella poderosa oscuridad. No podía salir solo de allí.

Sin embargo, sabía que muy pronto todo acabaría. Lo sabía desde aquél momento en el que aquella extraña brisa alejó por segundos a todo la maldad y oscuro poder que me rodeaba. Por primera vez desde que todo esto empezó, no me sentí solo. Y eso es lo que me ha dado fuerzas para seguir cuerdo, para no dejarme vencer. Debía encontrar el modo de salir de allí y de encontrar a aquella persona que me dio esperanza... Tenía que hacerlo.

Y sentía que el momento se aproximaba, pues la extraña calma que había dominado aquel lugar desde que me quedé encerrado allí, empezaba a marchitarse. Poco a poco, podía ver como la sombría oscuridad empezaba a desaparecer. A cada segundo que pasaba, sentía como podía moverme cada vez más; minutos más tarde, las sombras que habían estado sujetándome ya no estaban.

Mi corazón empezó a latir con rapidez cuando, de pronto, una brillante luz me cegó por momentos y alejó todas las tinieblas; instantes después, un agudo llanto rompió el silencio y mi respiración se entrecortó.

Abrí los ojos, sintiendo una insana necesidad por calmar su sufrimiento.

* * * * * * * * * * *

No pude contener una mueca al oír un agudo grito asustado, que no tenía nada que ver con aquella persona que había sido mi luz. De fondo todavía podía escuchar los débiles lloriqueos de ella, y me habría levantado en ese instante para buscarla si no hubiese sido por las dos finas manos que se posaron sobre mis hombros, impidiéndolo.

En ese momento me fijé en aquel rostro que me parecía tan familiar, con la larga melena negra y unos profundos ojos dorados, los cuales me miraban como si fuera una ilusión. Fruncí el ceño, intentando recordar de qué conocía a aquella loba, pero no lo conseguía. Lo único que recordaba claramente era del dolor y la frialdad, y por último la oscuridad. Había estado siglos hundido en ella, perdido... Hasta que apareció la luz. Y necesitaba saber quién era, necesitaba saber quién había conseguido sacarme de ahí.

–¿Tobías? –la temblorosa voz de la mujer que había gritado llamó mi atención.

Sin embargo, no estaba preparado para la enorme amalgama de sentimientos que me golpearon cuando vi aquellos húmedos ojos rojos, los ojos de una vampiro a la que prometí proteger. En cuanto giré la cabeza hacia ella y vi su pálido rostro, todos los recuerdos perdidos por el paso del tiempo volvieron: el recuerdo de cuando la conocí en las cocinas, cuando el rey me pidió ayuda para protegerla, cuando emprendí mi viaje con ellos; miré entonces a la loba, y me sentí mal al no haber podido recordar a la loba que se había convertido en alguien tan importante para mí; poco después, recordé aquella lucha interna contra el vampiro más antiguo y poderoso que había, y recordé nuestra victoria ante él...

''Por eso estaba ahí –pensé con la garganta apretada, recordando entonces mis últimos esfuerzos por destruir su alma–. Le encerré en mi mente y le despojé de todo poder... y como venganza, él me encerró en la oscuridad... Para siempre.''

Sin embargo, hubo un factor con el que él no contó. Una pequeña sonrisa surgió en mis labios. Ella había aparecido... La luz. Mi luz.

–¿Tobías? Por favor dime que eres tú –suplicó entonces Amalia, tapándose la boca con las manos para intentar controlar el temblor de su labio inferior. Le miré entonces extrañado, sin entender el por qué de la pregunta.

–Sí –me sorprendió el oír mi propia voz después de tanto tiempo sumido en el silencio. Casi me sentí eufórico–. Soy yo, Amalia... Lamento mucho haberos hecho sufrir...

En ese momento, ambas se lanzaron sobre mí, abrazándome con fuerza. Yo cerré los ojos con fuerza y me tensé por la enorme sobrecarga que sentí en mis sentidos. Había perdido la costumbre de todo aquello, y después de tanto tiempo sumido en aquellas tinieblas no sabía si volvería a acostumbrarme a ello.

–Rick tenía razón –susurró Diana con grandes lágrimas corriendo por sus mejillas–, él sabía que despertarías cuando ella naciera... ¡Lo sabía!

Aquellas palabras se clavaron hondo en mi pecho; mi corazón se saltó varios latidos mientras me separaba lentamente de ellas, mirándolas a los ojos alternativamente.

–¿Quién ha nacido? –susurré con la garganta seca.

Amalia y Diana se miraron entonces con un brillo de comprensión en la mirada y sonrieron, limpiándose las lágrimas.

–Lucy –respondió Amalia, sonriendo ampliamente–. La hija de Rebecca y Damon... Tu... Compañera.

–Mi luz... –susurré entonces, mirándome las palmas–. Necesito verla.

Diana se rió entonces, asintiendo con la cabeza y levantándose de la cama.

–¿Y a qué estamos esperando?

* * * * * * * *

Mientras caminaba por los pasillos sentía como si mi cuerpo respondiera erroneamente a mis órdenes, y eso me frustraba. Fruncí el ceño mientras me apoyaba en la pared del pasillo, enfadado conmigo mismo.

–Vamos, no te alteres –dijo de pronto Amalia, posando su mano sobre mi hombro–. Es normal que te cueste moverte, llevas mucho tiempo en la cama y debes acostumbrarte de nuevo a todo.

Asentí levemente, sabiendo que ella tenía razón, pero no podía esperar más: ansiaba ver el rostro del bebé, de la niña que me salvó.

–Y no te preocupes –me susurró Diana al oído, haciendo que me sonrojara mientras seguíamos caminando por el pasillo–, la pequeña no se va a alejar de ti... Eso está claro.

Le miré de reojo y aparté rápidamente la mirada al ver la felicidad y diversión en sus ojos dorados. A pesar de que sentía vergüenza por sus palabras, notaba cierta alegría inundando mi pecho. Hasta ese momento no me había dado cuenta de la gran importancia que habían tenido estas dos mujeres en mi vida, hasta que desperté y las vi a mi lado, cuidando de mí.

–Ya hemos llegado –anunció Amalia, parándose delante de las puertas de una habitación– ¿Estás preparado, Tobías?

A pesar de que el nerviosismo agarrotaba mi garganta, no podía esperar más. Asentí rápidamente y ellas sonrieron, entendiendo la necesidad que tenía.

Necesitaba ver su rostro... Ya.

LUCHA DE IGUALES. || LB#3 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora