LUCY.
Sabía que había llegado la hora que llevaba días esperando. El momento en el que por fin sabría todo lo que debería saber de él, que todos los recuerdos cobrarían sentido completo... Que todas las preguntas que tenía serían resueltas. ¿Cómo había conseguido Tobías todo ese poder? ¿Por qué sentía como si lo conociera desde que mi corazón comenzó a latir? ¿Por qué había pasado tantos años alejada de él, a pesar de que era una parte fundamental de mi alma? ¿Dónde había ido todos estos años?
A pesar de que tenía todas esas preguntas atoradas en mi garganta, no podía pronunciar ni una palabra. Mis labios estaban sellados mientras nos sentábamos bajo la sombra de un enorme árbol... Un árbol que recordaba de mi infancia, y que hacía que mi corazón temblara.
–¿Lo recuerdas? –susurró entonces Tobías, recostándose contra el tronco y dejando que me apoyara en su pecho. Él tenía la rodillas dobladas a cada lado de mi cintura, y sus brazos me abrazaban mientras mis manos caían sobre la suyas. Aquella posición trajo lágrimas a mis ojos.
–Sí que lo recuerdo –le respondí en el mismo tono, mientras rápidas imágenes pasaban por mi mente. Imágenes de un joven Tobías trayéndome aquí, todos los días de mi infancia, como si fuera nuestro ritual. Con el paso de los recuerdos, él empezaba a crecer y yo también... Hasta que de repente, los recuerdos cesaron. Cerré los ojos y agité la cabeza. ¿Cómo podía ser capaz de recordar algo así?– ¿Por qué? ¿Y por qué cesaron de repente? ¿Qué pasó?
–Te lo dije, Lucy... Eres más poderosa de lo que crees –respondió él, entendiendo y respondiendo a mi primera pregunta, pero ignorando las otras dos–. Como te he dicho antes, todo tiene una explicación, pero necesito empezar desde el principio para que lo entiendas, ¿de acuerdo? ¿Estás lista?
Mi estómago se apretó con fuerza mientras oía su voz susurrando en mi oído. A pesar de que no le estaba viendo, podía notar su mirada clavándose en el perfil de mi rostro, analizando cada gesto de mi cara. Sin querer que se marchara o que cambiara de opinión, asentí con valentía.
–Sí. Llevo demasiado tiempo con estas dudas. Estoy preparada.
Y, aunque realmente no me sentía así, él suspiró y se quedó varios segundos en silencio. Cuando empezó a hablar, la que no pude abrir la boca fui yo.
–Todo esto comenzó hace unos dieciocho años, cuando decidí arriesgar mi vida para ayudar a Amalia–mi corazón se saltó varios segundos cuando escuché aquel impactante inicio. ¿Ayudar a Amalia? ¿De qué estaba hablando?–. En la fiesta de celebración en la que tus padres anunciaron que ibas a nacer, conocí a Amalia, quien estaba sufriendo por culpa de Enric. Supongo que sabrás su historia, ¿no? –preguntó él, parándose levemente. Cuando asentí, él prosiguió–. Cuando la conocí, estaba rota. El dolor le estaba consumiendo, estaba robándole el alma poco a poco... Pero su corazón era amable. Ella era dulce con todos, no quería hacerle daño a nadie, y eso me cautivó. Me hizo querer protegerla, a pesar de que era un simple niño... Qué estúpido, ¿no?
Mi corazón se ablandó un poco al oír la burla en el fondo de su voz. Para él era ridículo, pero para mí era muy dulce. Saber que siempre había sido así, me enterneció tanto que quise darle un beso, pero no quería interrumpirle así que me guardé las ganas para cuando terminara.
–Cuando le subí el agua caliente que había pedido a su habitación, escuché la conversación que había mantenido Jake y Amalia sobre las peligrosas hojas que quería tomarse, y cuando me di cuenta de lo que quería arriesgar, me... enamoré de ella –al instante, fruncí el ceño y lo miré sobre mi hombro, deseando haber oído mal. Él se rió y me dio un dulce beso que aplacó rápidamente mi temperamento–. No me enamoré de la misma forma de la que estoy enamorado de ti, Lucy. Era un amor fraternal. Protector. Quería ayudarla en todo lo que pudiera, y no me importaba nada más... Por eso, esa misma noche fui a hablar con Lucan, tu abuelo, y le conté que creía que podría ayudarla a contener a Enric, que podría sacarlo de su cuerpo.
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LUCHA DE IGUALES. || LB#3 ||
WerewolfTercera temporada de LOBO BLANCO. Todo había cambiado entre nosotros. Todo. Desde que Rick me encontró en el bosque, todo se había convertido en un revoltijo de emociones crudas y violentas, de deseos gritados en silencio y de sentimientos callados...