Shantung La

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- ¿Enserio iras hasta el monte Tai, solo? – dijo Dante algo preocupado sobre el viaje de Seth – Yo te podría acompañar si quieres. No me hago ningún problema.

Gracias Dante por ofrecerme tu ayuda, pero en realidad estos son asuntos personales, prefiero hacerlo yo solo en vez de estar fastidiándose en el camino. Es por una aventura, en realidad. ­– le dijo Seth para intentar tranquilizarlo.

- ¿Qué tipo de aventura?

- Una que ni yo puedo creer que sea real, compañero.

- Bueno, solo espero que estés en contacto para cuando quiera hacerte el tour en mi país. Si no, me quedaré sin turistas – dijo Dante con tono sarcástico – Ten cuidado y espero que encuentres lo que andas buscando.

- Cuídate tú también, nos vemos pronto. – se despidieron ambos.

Seth sabía bien que a lo largo de este viaje no podría hacer ningún tipo de contacto con nadie salvo que esté de regreso a Nueva York en un buen tiempo. Por ese mismo motivo, decidió apagar su celular y de esta manera no estaría en contacto con nadie. Lo guardó en el bolsillo más seguro de su mochila.

El muchacho empezó a buscar rutas con las que pueda llegar lo más pronto posible a la cima del monte Tai pero todas le parecieron muy complicadas. A pesar de eso el chico no dejo de ser perseverante e intentó recorrer el camino más difícil y a su vez seguro para llegar al convento de monjes.

Tardó aproximadamente tres días intentando encontrar zonas en donde escalar el monte. Sufrió caídas, golpes, cortes, pero aun así no se dio por vencido. Cuando pasaban un promedio de cuatro a cinco horas, Seth buscaba un buen lugar para no pasar frío ni mucho menos ser descubierto por los ciudadanos, la policía o incluso los mismos sacerdotes. Seth estaba caminando por zonas prohibidas de aquel monte con tal de escalar y llegar al convento lo más rápido posible.

En el día dos de aventurarse en la escalinata del monte Tai, un grupo de turistas pasó casi a unos metros cerca de él. Sin darse cuenta, Seth estaba parado de espaldas formando una enorme silueta con la luz del sol en el atardecer. Muchos de los turistas pensaron que se trataba de algún tipo de hombre deforme, otros de un alien, otros de un ser extraño del monte. El pobre chico nunca estuvo enterado de lo que opinaba la gente o lo que salía en las noticias acerca de la aparición de un "ser extraño".

Y oficialmente le dio vida a la leyenda del monstruo del monte Tai, en China.


Finalmente al tercer día, después de haber pasado muchas horas de hambre y cansancio, Seth al estar en la cima de una de las rocas más gruesas y altas del monte, divisó una especie de pequeño pueblo en medio de un área verde muy hermosa lleno de pasto y vegetación, canales de agua que dejaban en misterio el lugar de donde provenían al ser un monte de más de tres mil quinientos metros sobre el nivel del mar.

Sin dudarlo, Seth se acercó corriendo de la emoción. Había encontrado al fin lo que tanto había buscado con ansiedad. Estaba a punto de llorar de alegría. Sentía en su interior por primera vez lo que era la paz. Cada segundo que pasaba, se iba acercando y conforme se acercaba con tanta alegría, sentía la adrenalina corriendo por su cuerpo. Pero recordó que la adrenalina lo hacía sentir "eléctrico". 

Seth empezaba a sentir cambios en su cuerpo, los rayos empezaban a brotar en sus brazos y piernas, sentía como los ojos cambiaban. Era como si le ardieran en un tiempo de dos segundos y después de eso podía ver de manera diferente. Sentía como su cabello se endurecía.

- No... diablos... ¡Ahora no! – decía molesto.

Finalmente descubrió algo nuevo conforme iba corriendo hacia el convento, fue como si sintiera que en su cuerpo pasaba un rayo de electricidad de manera tan veloz y potente. Fue en ese instante que en lo cielos se podían observar las nubes grises acumulándose encima de él, su cuerpo se desvanecía de a pocos y sentía que la electricidad fluía con mayor fuerza por su sangre. En ese momento, un relámpago de color azul cae directamente hacia él pero el chico no siente dolor alguno. Sin embargo, se percató de algo muy sorprendente, el convento se encontraba mucho más cerca de lo que lo estaba en tan solo un abrir y cerrar de ojos. Hizo alguna especie de tele-transportación como un relámpago. Y cuando no podía ser más raro, empieza a llover. Se preocupó pensando en lo que le sucedió la noche en que recién obtuvo sus poderes: el contacto con el agua le puede causar daño, pero no fue así. Las gotas de agua caían sobre él sin causarle ningún tipo de dolor.

BOLT-MANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora