Lugar Equivocado

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Cuentos del Pastor
EUGENIO: CUANDO LA FE ESTÁ EN EL LUGAR EQUIVOCADO.

Eran tiempos maravillosos, donde las manifestaciones de Dios eran grandiosas.
Los milagros trascendían nuestros cultos y corrían sin mediar condiciones por las calles de nuestro barrio.

Yo tenía apenas 19 años, y era uno de los predicadores de la iglesia local.

Palmira, una hermana de la congregación, me llamó para que me acercara a su casa.
Cerca de las 5 de la tarde, me explicó la situación de Eugenio, quien estaba a punto de llegar.
Palmira mantenía en su hogar cultos de discipulado; pero ese día ni siquiera había reunión.

Eugenio un ferviente y conocido católico del barrio, se distinguía entre muchos por su apasionado culto a la Virgen María.
El estaba al frente de la organización de misas, procesiones y demás servicios en honor a la imagen.
Eugenio padecía cáncer en el hígado, y los médicos le habían dado 30 días de vida.
Esa tarde aceptó llegar a casa de Palmira, a sabiendas que se trataba de una casa de cristianos evangélicos.

Allí estábamos, esperándole a que encontrara excusas para acercarse; puesto que en su casa eran muy celosos de dejarle sólo, y mucho menos si se enteraban a dónde, y a qué venía.

Lo vi ingresando por la puerta; lo que me habían contado era poco. El color amarillo de sus ojos, y verduzco de su piel era realmente impresionante. Con gestos amanerados, y suave voz estaba frente a nosotros esquivando tímidamente las miradas; a la vez que, con sus ojos parecía buscar desesperadamente ayuda.

-¡No quiero morir así!-dijo Eugenio mientras se dejaba caer en su silla, y continuó:

-¡No entiendo! He sido bueno con tantas personas. He ayudado en lo que pude. Y he servido a la Virgen todo este tiempo. ¡No entiendo a Dios! -su queja se dejó salir, sin reserva alguna.

Con voz calma dije lo siguiente:

-No tenemos mucho tiempo. Y debo ser directo. Espero sepas comprender lo que trataré de decir.

-¡Sé que eres una persona de fe Eugenio!
Pero, nuestra honesta fe, no es suficiente, si está depositada en un lugar equivocado.
Como muchos buenos católicos, has sido engañado. No es María a quién estás sirviendo, ni honrando.
La imagen que sirves, es una divinidad pagana oculta detrás de ese nombre.
Los ojos de Eugenio se abrieron grandes. Y continué:

-Pero ese no es el mayor problema. Tu problema es que aún eres un pecador sin salvación, y no has hecho de Jesús tu Señor y Salvador personal. Has buscado en su madre, lo que debías encontrar en Él.

Tomé la Biblia y leí este pasaje de Juan 2. 2-5

Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere.
Juan 2:2-5

y con absoluta seguridad le dije:

-Si quieres obedecer a la verdadera María, la de la Biblia... ella te dice: "Haced todo lo que (Jesús) os dijere."

Eugenio había sido fuertemente confrontado; pero la fe estaba toda allí con él, y dispuesto a cambiarla de lugar, dijo entregado:

-¿Qué debo hacer?

Jesús debe ser tu único Salvador Eugenio; rechaza toda otra persona, forma o manera! dije con marcado énfasis.

Eugenio bajo la cabeza, mientras decía:

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