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El día estaba esplendoroso, las nubes blancas parecían algodón y las grises más bien se veían ocultas ante tal astro rey. Había llegado el día que todos esperaban, o al menos, los nuevos animadores de Pledis. Dichos muchachos, practicaban semana tras semana, pues, un algo que comenzó como una negación, terminó con una obsesión hacia el alcance de la exquisitez. Ellos formaron en pocos períodos, lo que podría significar más que una simple unidad. Eran trece vidas distintas que se unían en un salón cada descanso, para hablar, para charlar, para reír, especialmente, para ser ellos.

Faltaba poco para que el evento comenzara. Nuevamente, lo autobuses de otras instituciones se encontraban afuera, al igual que el público que llegaba con un cierto resentimiento y malos recuerdos de la última vez. Y es que nadie quería acercarse luego de la gran broma que los estudiantes hicieron por el puro gozo de su interior.

Ahí estaban ellos, en la explanada de basquetbol que la entrenadora había asignado para que ensayasen cuando el salón esté ocupado para el evento. La emoción brincaba en sus corazones, el sudor corría por sus frentes, manifestando cada estudiado movimiento. La suela blanca del zapato de Dino rechinó contra el suelo y la música se detuvo. No quedaban más que respiraciones descontroladas, pechos alzándose y dejándose caer en sincronía.

El baile había quedado perfecto.

— ¡Muy bien, tomen un descanso! —gritó MingHao con naturalidad, siendo obedecido al instante. Hoshi al escucharlo se quedó estupefacto, pues, era él quien debía dar esas órdenes.

—¿Qué tantos aires te has cedido? —preguntó sin quitar la incógnita en su rostro. Curioso se encontró de la repentina confianza de aquel rizado.

—Muchos —contestó MingHao. En segundos, una sonrisa encantadora y contagiosa se mostró sin previo aviso, arrebatándole el aire al indefenso SoonYoung.

Una fina hilera de dientes se mostró y enseguida un tenue arco apareció en los achinados ojos de Hoshi. MingHao era tan hermoso, tenía luz propia, transmitía paz, tranquilidad y esperanzas. El rizado carraspeó su garganta, puesto que, el cansancio estaba haciendo efecto en él. Hoshi miró hacia el suelo y entonces encontró el paquete lleno de botellas de agua. No dudó en tomar dos de éstas y acudir a su sediento amigo. Fue un gesto que el otro agradeció sin duda alguna. Ambos tomaron los envases en sus manos y, los abrieron al mismo tiempo en un corto juego improvisado de interpretar lo mismo que el otro. Cuando las botellas fueron levantadas y el líquido invadía sus gargantas en demasía, sus vistas se fijaron hacia el frente, encontrándose con los dos miembros faltantes y un beso tierno y callado de su parte. Aquella agua que hace segundos hacía un recorrido en su interior, fue expulsada por los aires, como si la gota hubiese estado tan mala para ser bebida. MingHao siguió tosiendo atónito, en cambio, los labios de Hoshi sólo estaban abiertos y su vista, nada más, ni nada menos que asombrada.

—¿M-Me he perdido de algo quizá? —tartamudeó el rubio de bandana al de rizos. The8 lo miró paralizado, hecho un lío.

Y negó.

—Hemos —corrigió—. Creo que nos hemos perdido de algo.

(...)

Cuando la última práctica se terminó, MinGyu no esperó más oportunidades y se echó al suelo muerto de cansancio. WonWoo llegó sin prisa a acompañar cada paso. Siempre se recordaban que no debieron estar en ese equipo, puesto que la broma no fue hecha por ellos, pero, de no haber aceptado aquella falsa culpa, las cosas no hubiesen surgido tal como ahora.

Estaban agradecidos de todas formas.

— WonWoo —los ojos del moreno se cerraron y una sonrisa sencilla se curvó en su rostro. Lo había pensado durante un tiempo, debía decirle al peli-negro que él, tenía guardado un secreto más—, sobre SeungCheol-

Pledis School [SEVENTEEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora