Capítulo 4

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Nos seguimos mirando por un buen rato, con los demás callados y mirándose entre ellos, para ver si alguien sabía el por qué de nuestro silencio. Debo reconocer que su mirada era bien fija y penetradora, de esas que calan y que, sobre todo, te cautivan.

Unos escalofríos recorren mi espina dorsal y me remuevo incómoda, pero sin dejar de mirarle a los ojos. Esos que no expresan nada y que son de un color turquesa que nunca he visto antes.

— ¿Se puede saber qué demonios pasa? — es mi hermano quien finalmente rompe el hielo. Aparto la mirada y miro a Kyle, quien se encuentra de brazos cruzados mirándonos al chico de ojos turquesa y a mí, respectivamente. Yo me encojo de hombros.

— Él es el estúpido con el que me choqué y el cual se rió de mí después — explico, y le vuelvo a mirar desafiante.

— El estúpido, según tú, tiene nombre. Jayden, encantado, princesita — dice el estúpido, sonriéndome socarronamente y tendiéndome su mano. La ignoro y bufo, resignada.

— No puedo decir lo mismo – concluyo yo, desplazando la silla hacia afuera para después sentarme en la silla. Los demás hacen lo mismo, sintiendo la misma tensión que yo respecto a Jayden. 

"¿En qué estás pensando, Savannah?" me reprendo a mí misma. Sacudo la cabeza y me doy cuenta de que quien está sentado a mi lado es nada más y nada menos que Jayden.

Frunzo el ceño, sintiendo la furia y el fastidio que él me provoca. A pesar de ser siempre tímida, reservada y normalmente calmada, él parece ponerme nerviosa, inquieta y sacarme de mis casillas.

Él me mira y mi estómago se revuelve. Yo le miro y él sonríe. Su sonrisa hace estragos en mi sistema nervioso y hace que me fastidie más. Lo ignoro durante la cena y consigo olvidarme de él mientras hablo con los demás.

Descubro que los chicos de la banda (excepto Jayden) son muy simpáticos y amigables, hablamos sobre cómo se conocieron y su disco, sobre cómo les ha ido en la gira y nos cuentan muchísimas anécdotas. No puedo parar de reír cuando escucho las locuras de estos chicos y ellos también se ríen contándolas, se me hace muy agradable. Las chicas les dan sus regalos a los chicos y ellos se lo agradecen, se hacen una foto con nosotras y, cuando terminamos de cenar, Connor propone ir a tomar unas copas. Todos estamos de acuerdo y nos dirigimos al club andando, ya que queda sólo a cinco minutos del restaurante.

Al ver que todos se encuentran hablando, aprovecho para coger mi móvil y revisar mis mensajes. Ver que tengo una llamada perdida de la veterinaria hace que me tense. Rápidamente pulso el botón de "devolver llamada" y mis pulsaciones aumentan a medida que los tonos suenan. Finalmente descuelgan la llamada.

— Clínica veterinaria Kensington Vet. ¿Qué desea? - responde una mujer de voz grave de forma mecánica.

— Ho-hola, soy Savannah Ward, ¿puede pasarme con la doctora White? He visto que tengo una llamada perdida y es ella quien lleva el caso de Rufie — contesto.

— Enseguida se la paso, un segundo, por favor — responde la mujer al otro lado de la línea, ajena a mi sufrimiento.

Puedo ver que los chicos empiezan a adentrarse en el establecimiento, y al ver que yo no entro se me quedan mirando. Les digo con gestos que esperen unos diez minutos, y al ver sus caras veo que no están muy convencidos así que hago de tripas corazón y les sonrío. Los chicos entran y mis amigas me dan una última mirada, de esas que dicen "si me necesitas, me llamas" y yo les asiento con la cabeza. Mi hermano en cambio se acerca.

— ¿Pasa algo? — me pregunta. Yo niego.

— No, entra, sólo quiero hablar con mamá sobre unos ensayos — le tranquilizo. Él deja de fruncir el ceño y me sonríe.

— Estaré dentro — añade y se va hacia el club.

Suspiro de alivio, y espero a que le pasen la llamada a la veterinaria.Golpeo continuamente con la punta del pie el suelo, señal de mi nerviosismo hasta que escucho la voz de la doctora.

— ¿Señorita Ward? – pregunta la voz de la doctora White.

— Sí, ¿Rufie está bien? — pregunto inmediatamente, sin importarme si suena ruda mi anticipada pregunta.

– Lo siento, Savannah. Estuvimos observando la situación y no podíamos hacer nada, el tumor creció y el pobre no pudo resistir más.

Escuchar eso hace que mi corazón se rompa. Una gran bola de decepción recorre mi cuerpo, desembocando en lágrimas de tristeza. Me despido de la veterinaria y guardo el móvil en el bolso. Me siento en el borde de la acera y apoyo los codos en mis rodillas, acunando mi cabeza con las manos. Empiezo a sollozar y ya no puedo parar.

En medio de mi llanto escucho las pisadas de alguien. Intento silenciar mis sollozos y espero a que la persona pase de largo, pero las pisadas cada vez se escuchan mas fuerte, como si la persona se estuviera acercando a mí. Me tenso y limpio rápidamente mis lágrimas.

— Tranquila, sé que estás llorando – dice alguien. Me giro y veo a Jayden, con las manos metidas en los bolsillos de sus jeans negros ajustados. Ruedo los ojos por su forma de hablarme y miro hacia el lado contrario —. Lo siento, no sé manejar muy bien la situación cuando alguien está llorando — vuelve a hablar, lo vuelvo a mirar y me tiende un pañuelo. Le intento sonreír, pero me sale una mueca antes de volver a echarme a llorar.

Siento que se sienta a mi lado y me sorprendo al sentir su brazo rodear mis hombros y atraerme hacia él. Sabe que lo necesito. Abrazo su cintura y sigo llorando en su pecho, mientras él me acaricia el brazo y me aprieta más contra él.

Unos minutos después me tranquilizo, mis sollozos angustiados se han vuelto más suaves y puedo hablar.

— Lo siento — murmuro aún abrazada y pegada a su cuerpo. Él me da un apretón en el hombro y yo me separo de él.

— No pasa nada, todos necesitamos desahogarnos en algún momento de nuestra vida – me consuela, mirándome a los ojos. Y así nos volvemos a quedar un ratito como cuando nos reencontramos en la cena, a diferencia de que ahora una sensación cálida abarca mi cuerpo.

Algunas lágrimas caen por mis mejillas y él las limpia por mí, pasando sus pulgares por mis mejillas, un gesto tierno que me abraza hasta el alma. Su tacto me quema de una manera agradable que termina en un suave hormigueo.

Él parece notar esa extraña sensación y se rasca la nuca, señal de que está nervioso.

Jayden me mira fijamente por unos segundos que se me hacen eternos y exhala para hablar — ¿Puedo preguntar lo que te pasa?

Asiento y procedo a contar la historia que se esconde bajo mis lágrimas.

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¡Hola! Ya sé que no tengo apenas lecturas, pero sigo muy ilusionada. Espero que os haya gustado este capítulo? ¿Qué creéis que significa esa mascota para Savannah? ¿Qué hará Jayden para ayudarla?

Nos leemos pronto:)

~Lachicadelluvia~

They Don't Know About UsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora