Capítulo 29

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Jayden se separa de mí, pero me coge la mano antes se sentarae y llevarme a mí también a sentarme en el sofá. Nota que tengo frío y antes de habkar se encarga de coger mis piernas y ponerlas sobre su muslo derecho y taparme de cintura para abajo. Le sonrío en agradecimeinto pero él sólo  me mira a mí.

Puedo ver la preocupación y la inseguridad en sus ojos por unos segundos, pero vuelve a poner su máscara para hacerse el fuerte. Ay, Jayden.

- Todo empezó de pequeño. Era un terremoto, no paraba quieto y me costaba mucho concentrarme en algo durante mucho tiempo. Por ello solía suspender todos los exámenes y ser regañado era una rutina para mí. Mis padres no sabían qué hacer. Cuando todavía convivían bien juntos se preocupaban por mí y siempre me preguntaban por cómo estaba y por qué me distraía tanto, por si tenía algún problema. Sin embargo, poco después mi padre empezó a beber. El negocio le estaba yendo mal y finalmente tuvo que cerrar el hotel que dirigía. Salía todas las tardes y todas las noches por ahí, bebía y bebía hasta el punto en el que llegaba borracho y ni siquiera sé cómo no se mató en un accidente de coche. Le multaron varias veces, y terminaron por quitarle el carnet de conducir. Pero aún así salía por ahí, y volvía en la madrugada y dormía durante toda la mañana, después comía y se iba de nuevo al bar que le pillase más cerca. Se olvidaron de mí. Mi madre trabajaba durante muchas horas en clase y ensayos y yo pasaba la mayor parte solo. Acumulé mucha rabia, y terminé literalmente trastornado. Todo se tornó peor cuando una noche mi padre volvió extremadamente borracho y... Y pegó a mi madre,que por ese entonces quería dejarlo. Pasó algo dentro de mí que...  Que explotó. Y cuando vi la escena esa cogí la lámpara y golpeé a mi padre en la cabeza. Y me sentí bien en ese entonces. Tenía trece años cuando lo hice, y mi madre se asustó. Pero no me rechazó, me llevó a un psicólogo y me diagnosticaron un trastorno que me impide controlar mi agresividad, mis impulsos y mi rabia. Mi adolescencia fue dura por algunas cosas... - hace una pausa -, y me tuve que medicar con antidepresivos por un tiempo, tanto que empecé a depender de ellos. Pero ya no, ya estoy bien de eso. Sólo quiero que lo sepas. Voy a terapia, lo que me ayuda mucho a intentar calmar el monstruo que llevo dentro.

- Jayden, tú no tienes ningún...

- Déjame terminar -  me corta, y continúa -. Encontré en la música la paz que necesitaba en mi vida, en mi cuerpo y en mi mente y me recomendaron hacer ejercicio para soltar la energía que a veces tenía en sobrecantidad. Y,  bueno...

Siento que quiere decir algo más, pero no lo hace y se queda callado. Le obligo a mirarme, cogiendo delicadamente su barbilla y girando su cabeza en mi dirección.

- El hecho de que tengas ese trastorno o que hicieras eso con tu padre, que para mí se lo tenía un poco merecido por pegar a tu madre, no te convierte en un monstruo, y no hace que te quiera menos. Me hace quererte más, porque eres un luchador.

Lo abrazo, rodeándole con mis brazos el cuello y masajeando su nuca,intentado tranquilizarlo. Él me besa, y cuando el beso se torna más ansioso y caliente decido separarme. No es el momentl ni el lugar.

- Joder, te necesito -  dice, apoyando su frente contra la mía. Sonrío.

- Lo siento, pero ahora no. Después ya veremos -  le digo, guiñándole un ojo juguetona.

Él me vuelve a dar un beso, pero más casto y corto. Y como si Emily hubiera estado escuchando, entra por la puerta.

- Uf, me alegro que hayáis terminado por lo que veo, hace mucho frío ahí fuera.

Sonreímos en respuesta y Emily nos invita a desayunar un chocolate caliente que sienta de maravilla.

Jayden y yo decidimos marcharnos después en su coche, acordando con Emily que me lo traería después a la noche que íbamos a salir a cenar.

They Don't Know About UsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora