X: I'm Ready to Die

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No llegue ni muy temprano ni muy tarde a mi destino, mi desgraciado destino.

La institución, estaba parado enfrente de sus "adorables" puertas, eran azules y tenia barrotes.
Barrotes, que irónico, estábamos encarcelados sin poder salir, literalmente.

Estaba tardando demasiado en tomar mi decisión, ¿cual decisión? entrar o no entrar, se que suena ridículo, pero en realidad es que no quiero estar aquí, tenía que enfrentarme a muchos problemas a la vez y no soy de esas personas que tienen problemas seguidos, no estoy acostumbrado.

Y te preguntaras cuales problemas, bueno hay muchos pero el principal es: la maldita soledad, abandonado en una banca en el rincón de el aula, ese maldito problema.

Sin embargo no tengo opciones, estoy preparado, estoy listo ¿para qué?

¿Estás listo para morir aplastado?
SI
¿Estás listo para ser golpeado por una avalancha de alumnos?
Por supuesto que si
¿Estás listo para que los profesores te den golpe tras golpe porque no sabes nada?
Absolutamente si
¿Estás listo para la soledad?
Rotundamente... NO

Exacto, no estoy listo para enfrentarme a la soledad, y estaré solo la mayor parte del tiempo. Ahora no tengo amigos pero ¿lograre hablar con alguien? puede que si o puede que no, las posibilidades son enormes.

Respiro hondo y al fin tomo mi gran decisión.
Pienso mentalmente: ¿Estás listo?

—Creo que sí.

Lo digo en voz alta, seguramente alguien me habrá mirado o escuchado, no importa. 
Pongo un pie dentro de mi prisión.

****

Miles de adolescentes están atareados en el pasillo, caminan, corren, ríen y gritan, pero no sé si obtendrán la respuesta que desean.

Por mi parte contribuyo a la cacofonía, estoy preguntando a la gente donde se encuentra el aula 1º A, al parecer nadie sabe o quizás nadie me escucha, que es lo más acertado, nadie escucha a un tipo despeinado con ropas extrañas, no señor.

Por arte de magia o quizás un milagro, logro llegar al condenado salón, es como todos los que ya había visto, no tiene nada especial. Plagado de adolescentes que no saben donde sentarse, gente que grita y otra gente que está sentada mirando al vació, sólo eso.

Me uno a ellos, tomo asiento en una banca y me quedo completamente callado, nadie se fija en mi y nadie intenta acercárseme, no saben cuan emocionado estoy.

Me concentro en lo que será mi salón por, no sé, quizás 1 año.
Sus paredes son amarillas, las bancas son grises, el escritorio es de madera y es muy sencillo, es blanco por cierto.
A mi derecha y mi izquierda hay ventanas, ventanas enormes que dejan pasar una exagerada cantidad de luz, es molesta, maldita luz.

Antes de seguir en mi pensamiento estúpido, entra lo que será mi profesor, aun no estoy seguro de cuál será su materia a impartir pero estoy seguro de que no me gustara.

El profesor es bajo y rechoncho, es de mediana edad, no ha de tener más de 40 años seguro. Todos mis compañeros empiezan a tomar lugar, me doy cuenta de que varios no tienen lugar pero tuvieron que buscar uno improvisado.
El profesor llega al escritorio y comienza a evaluarnos uno por uno con la mirada. Esas miradas me ponen nervioso, pero en parte me he acostumbrado.

Continua evaluándonos y al final logra crear una sonrisa, una sonrisa retorcida que me causo escalofríos en mi pobre columna vertebral.

—Muy bien, les doy la bienvenida, no a todos, por lo que puedo ver muchos de mis ex-alumnos están aquí, por desgracia.

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