X: Vacíos desiguales

857 84 1
                                        

Es verdad que mi primer día de clases había empezado mal, pero también es verdad que quería regresar. Yo sé que antes decía que no, bueno si te golpean no te imaginas querer volver. Pero yo si quería, recapacite, no sé por qué, no tenía una excusa.

***

Así que allí estaba, de nuevo en frente de las puertas azules, que parecían una cárcel, entre, esta vez sin mirar atrás y sin mis estúpidos momentos de hablar conmigo mismo.

***

Esta vez en clase de literatura la profesora nos había pedido que nos juntáramos en equipo de cinco como mínimo. Joder ¿en esta escuela no se podía empezar de buen humor?

Todos se juntaron en ruidosa y desordenada sintonía, de alguna manera ya todos tenían sus equipos planeados, se llamaban desde el otro lado del aula, se hacían señas, tiraban de las bancas y otras las alzaban, pero obviamente nadie me llamo a mí.

Cuando todos estaban prácticamente en sus respectivos equipos, voltee para ver si podía pedirle a alguien que se apiadara de mí, pero vi a tres personas sin un equipo:

1.- La chica con el cabello corto, castaño y lacio, de los audífonos.
2.- El chico con el cabello en explosión.
3.- El chico raro de la ventana y la mirada vacía.

Quizás no tenía tan mala suerte (o quizás si), tome una decisión, hablaría con la chica y le diría que si juntábamos equipo, y seguramente ella me diría que faltaban más, voltearía hacia los otros dos y ella les hablaría para solucionar este gran ridículo.

Al menos era como lo había planeado, espero que funcione mi supuesto plan.

Me acerqué lenta y cuidadosamente a la chica, ella estaba ensimismada en su música, no me volteo a ver cuando me detuve a su izquierda, no sabía qué hacer, no soy bueno iniciando conversaciones, no soy bueno haciendo amigos, no soy bueno socializando, no soy bueno, no lo soy.

Aun así en contra de mi voluntad, le toque con cuidado el hombro para que me hiciera caso. No lo hizo.

Me exaspere, pero lo volví a intentar esta vez con más fuerza.
Ella volteo, me miro, yo esboce una sonrisa, ella volvió a bajar la cabeza.
Qué rayos le pasa a esta gente.

Le volví a tocar el hombro, ella se voltio un poco molesta. Molesta vaya, lo que faltaba.

—Oye, —dije yo, ya un poco harto, si, me hartaba que no me hicieran caso y encima se hicieran los ofendidos ellos. —Me preguntaba si... —requería de mi un esfuerzo sobre humano no gritarle cosas como "¡maldita perra hazme caso, te estoy haciendo un favor!" —quisieras hacer equipo conmigo. —Dije al fin.

La chica se quito los audífonos por fin. Me miro, asintió con la cabeza y volvió a ponerse los audífonos.

Esto no fue como lo había planeado, en absoluto.

—Oye, —le toque de nuevo el hombro. —Solo somos dos.

Ella se quedo un rato pensando. Después asintió.

—Ya, busca a alguien más. Junta los... ¿qué? ¿Cinco? éramos cinco, si.

—No sé a quién más hablarle.

Asintió, señalo al tipo de cabello explosivo y al de la ventana.

—Ahí hay dos candidatos. Vamos. Búscalos.

Apreté los puños, cuanta indiferencia, Jesús, líbrame del mal.

—Si ya, pero yo no les voy a hablar.

Ella sonrió.

—Yo tampoco, que lo sepas.

—¿Por qué tú no?

X & YDonde viven las historias. Descúbrelo ahora