XY: 14 vació

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X: Jacob

Heme aquí abandonado, heme aquí tan solitario, todo el tiempo solo y abandonado a mi suerte.

Está bien, estoy dramatizando las cosas. Pero no tanto.
¿Ustedes nunca se han quedado solos en un día como este? Sobre todo porque pensaban que no lo estarían y resulta que sí. Es muy triste. Y un día como este, un 14 de Febrero, si sé que es estúpido porque es sólo un día. Pero no me importa. He pensado que estoy destinado a permanecer solo en estos días. Es mi maldición, la que me dirige siempre en el mismo camino, soledad. Dulce soledad acompañada de personas que me restriegan su amor por toda la cara.

Incluso pienso que les gusta hacerlo. Pasan las parejas agarradas de la mano, la chica tiene un maldito globo rosa en forma de corazón. Pasan las personas con sus amigos, riendo, haciendo bromas y todos tienen una maldita paleta en forma de… adivinen, ¡Sí! En forma de un patético corazón. Espero que el colorante artificial les haga daño.

Pero yo no debería estar solo, debería tener a mi mejor amigo aquí y ahora, y en teoría lo está, pero no lo estará por mucho tiempo. Él tiene una cita con una chica, lo más gracioso, él niega que sea una cita. Claro que es una cita. Incluso él me restriega su amor en la cara.

Y bueno, ahora mismo P y yo estamos en la cafetería, que la verdad es un asco, es todo tan pequeño, el aire se encierra y todo huele a comida. Quizás pienses que debe ser agradable, pero imagínate todo el olor de muchas comidas fritas en un solo lugar. Él tiene la cabeza gacha mirando el hotdog que está en la mesa. Debe sentirse abatido, puesto que yo hace un rato he decidido aplicarle la “ley del hielo”. Si soy la persona más infantil del mundo, pero tampoco me importa. Todo a la mierda, joder. Si, cuando me siento herido, abandonado y solo, soy infantil y suelto maldiciones por todos lados. Joder, joder, joder.

P levanta la cabeza y me mira. Tiene el ceño fruncido pero no me mira con enojo, sus ojos son pura tristeza.

—¿No vas a hablarme nunca?

Me encojo de hombros, cojo la lata con refresco que estaba en la mesa, la cojo del anillo y abro la lata, comienzo a tomármela, lentamente. P tiene una expresión de exasperación. Hago todo esto apropósito, sólo quiero fastidiarlo.

—Jacob ya basta, necesitamos hablar. No hemos hablado desde el día en que te fuiste enojado.

Es verdad, no hemos hablado, es decir no como siempre. Yo sólo le contesto con monosílabas a todo lo que me pregunta o dice. Soy bastante cruel.

Pero no, realmente no puedo hablarle como siempre, me siento bastante ofendido. Todos mis planes a la basura, todo porque alguien se me “adelanto”, estupideces. Al menos he estado planeando qué hacer esta tarde, aunque dudo que me salga bien. Pero siempre se debe tener esperanzas. Además, sé que es algo que fastidiaría mucho a P. Soy un desgraciado.

Dejo la lata en la mesa y me recuesto en la silla.

—No sé de qué necesitaríamos hablar ¿tú sí?

P deja escapar un suspiro y también se recuesta en su silla.

—Quería que después de estar con D…

—Después de tu cita. —Le corto. P adopta una mueca de fastidio, él seguirá negando lo que en realidad es hasta el final de los días.

—Como sea. Después de eso, quiero que vayamos a dar un paseo, juntos.

A dar un paseo juntos, no es algo que a P se le haya ocurrido de la nada, así que no es que esté intentando quitarme el enojo, pero por alguna razón eso me enfurece aún más. Me pongo derecho en mi silla, apoyo un podo en la mesa y mi barbilla en la palma de la mano. Hago como si pensara en el asunto, aunque ya tengo una respuesta para ello desde hace días.

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