17. Estúpida hipótesis

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PABLO.

17. Estúpida hipótesis.

Si me ponía a reflexionar un poco, era cuestión de tiempo que la volviese a ver. Siempre, por una razón o por otra, nos acababamos cruzando. Siempre excepto cuando yo la buscaba.

Tenía razón, nunca la buscaba y siempre la encontraba.

Ahora sí que la quería buscar, por tanto, ella tardaría en llegar, pero llegaría. Eso lo tenía claro.

Era como si el destino me estuviera jugando una de las suyas. Ahora tengo claro que el karma o destino o como se le quiera llamar, me estaba devolviendo algo muy malo que hice en otra vida.

Eran sobre las cinco de la tarde. Yo intentaba quedarme dormido en el sofá viendo la tele, pero no había manera, mi mente estaba muy activa en ese momento. Pensando en tanto y tan poco.

Escuché el timbre de la casa. ¿Quién sería a estas horas?, ¿no saben que en la siesta no se pude molestar?

Abrí sin mirar quién era —algo que nunca hago desde que empecé a ser conocido.

Tamara.

¿Qué hacía ella aquí?

Nota mental: Estúpido destino. ¿No iba a tardar en venir porque yo la buscaba? Ahora tengo que seguir pensando en una nueva hipótesis.

—Buenas tardes —la saludé.

—Me dejé mi teléfono.

Sin decir más, ella misma subió al piso de arriba. Ya se lo conocía.

Yo la seguí porque quería preguntarle mil y una dudas, pero no tenía ninguna pregunta preparada. Estúpida hipótesis. Se suponía que yo iba a tener bastante tiempo hasta volver a verla y me iba a dar tiempo a pensar qué decirle.

—¿Por qué te fuiste así? —es una de las preguntas más coherentes que he podido preparar en diez segundos.

—Así, ¿cómo? —responde ella buscando su teléfono por toda mi habitación.

Así como siempre. Te vas y vienes de mi vida. Me vuelves loco y desapareces. Me tientas, me pruebas, haces que llegue a límites que jamás he cruzado.

—Así, como te vas siempre. Sin dar respuestas. —Me coloco frente a ella, cara a cara. —¿Qué somos? Me estoy volviendo loco.

—No te vuelvas loco. Vive lo que se ponga por delante y no des explicaciones. No pienses, vive.

Y con sus palabras me basto. Me lanzo a sus labios como un caminante sediento en medio de un desierto se lanzaría a un trago de agua fresca.

La verdad es que los echaba de menos. Es como una forma de arte, de expresar lo que se siente.

Esta vez, sin ser esclavos del alcohol, vamos cayendo rendidos en brazos del éxtasis.

En brazos de ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora