23. No te atrevas a juzgarme

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PABLO.

23. No te atrevas a juzgarme.

Me volví a dejar cegar por ella. Me volví a dejar llevar. Volvía a ser el estúpido que siempre se dejaba llevar.

—Joder, esto no está nada bien y tú lo sabes.

—Según tú no está bien. No te atrevas a juzgarme, Pablito —me dijo en tono de amenaza.

Decidí pasar de las peleas pues ella siempre conseguía ganarme y llevarme a su terreno.

—No te juzgo, pero tú estás casada.

—Eso es lo único que sabes.

Me levanté y fui hacia el aseo para echarme algo de agua en la cara.

Me repetía en mi mente muchas palabras: "No te atrevas a juzgarme","Eso es lo único que sabes", "Es mejor no pensar y dejarse llevar". Se repetían una  otra y otra vez.

Me empezó a doler la cabeza, tanto que casi me mareé. No era posible que todo esto me estuviera pasando a mí. ¿Porqué todo no se quedó en un simple roce? ¿Por qué tenía que ser tan complicado? ¿Por qué no podía, simplemente, olvidarla y ya?

Entonces recordé una frase que decía: "El hombre es el único que tropieza dos veces en la misma piedra". Yo había tropezado ya más de tres.

Entonces comprendí que la piedra no estaba en el camino por casualidad. Que quizás mi camino la tenía a ella, que no es que tropezase. Pues si tropezara me levantaría y seguiría hasta encontrarme otra roca. La realidad era que el destino o quién sea ese gigante que decide nuestros caminos, estaba tramando algo muy gordo con ella y conmigo.

Por eso, por más que yo intentaba pasar de largo y seguir por mi camino sin muchas dificultades, ella aparecía y lo hacía desaparecer todo a cenizas.

En brazos de ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora