TAMARA
16. Tantas cosas prohibidasMe desperté entre sábanas desconocidas. He de reconocer que no era la primera vez que lo hacía.
Eché un vistazo rápido por la habitación y ví mi ropa tirada.
Miré a mi lado y Pablo no estaba, pero le escuché cantar algo en francés en la planta de abajo.
Recogí mi ropa y la dejé sobre la cama bien doblada, pero como no me iba a poner mi vestido en ese momento, busqué en el armario una camisa de Pablo para ponérmela.
Era extraño ver un armario de un hombre tan bien ordenado como lo estaba aquel. Cogí una camisa blanca y me la abroché. Me estaba gigante, pero me valía. También olía a él. Respiré el olor profundamente. Me gusta su colonia.
Bajé y lo vi en la cocina haciendo algo parecido a unas tortitas. Me quedé en el marco de la puerta hasta que él se dio cuenta de que yo estaba observándolo.
Se giró y sirvió en dos platos el desayuno con una sonrisa.
¿Enserio quería que me quedase a desayunar?
Bueno, iba en boxers y eso me animaba, no le podía negar nada si iba así.
Me senté y desayunamos juntos hasta que terminamos y decidí subir a cambiarme.
Era hora de irme. Me despedí de él y salí de su casa, testigo de tantas cosas prohibidas.
Llegué a casa andado, pues realmente Pablo y yo vivíamos muy cerca. Por el camino compré el desayuno para Ismael en una churrería. Era una buena escusa.
Entré cuidadosamente a casa, pero ya le vi sentado en el sofá viendo los informativos.
—Buenos días, cariño.
—Buenos días, amor. He traído algo de desayuno.
Le dejé los churros sobre la mesa, le di un corto beso y subi al piso de arriba.
Me di cuenta de que mi casa y la de Pablo tienen prácticamente la misma distribución.
Eché un vistajo a Adrián, mi pequeño, que seguía dormido en su habitación y evité despertarlo.
Volví a bajar y mi marido ya estaba devorando el desayuno que le traje.
—¿Quieres? —preguntó al verme bajar.
No es que me sintiera mal por lo que había hecho, nunca me he sentido mal por ello. Pero a veces Ismael es tan servicial conmigo que cuesta no sentirse mal.
—No, no tengo mucha hambre.
Registré en mi bolso para revisar mi teléfono, el cual no había llegado a ver desde anoche.
—¡Mierda! —se me escapó.
—¿Pasa algo? —preguntó él.
—Creo que me dejé el teléfono ayer en casa de mi hermana. Esta tarde iré a recogerlo.
Él asintió.
Es evidente que no estaba en casa de mi hermana, que me lo olvidé en casa de Pablo. De hecho, hace más de tres semanas que no iba a casa de mi hermana.
Me resulta ya muy fácil mentir a Ismael.
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En brazos de ella
FanficFanfiction del cantautor malagueño Pablo Alborán. Tras su regreso a la música después de dos años, el malagueño conoce a una mujer. Después de varios encuentros fortuitos acabaron conociéndose y llegando a puntos que ninguno de los dos esperaban. ...