5. They know who we are

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Abrí los ojos y gemí al sentir como si me hubieran usado de saco de boxeo, estiré mis brazos y solté una pequeña risa al golpear a Melissa en la cara.

-Auch, hay mejores formas de despertarme.-Gruñó y comenzamos a reír.

Por la madrugada llegamos y después de ponernos la pijama nos quedamos dormidas, aunque tuvimos algunos problemas para entrar por los guardaespaldas de mis padres, lo logramos.

-Lo siento, olvidé que te habías quedado conmigo.-Me levanté de la cama y sostuve mi cabello en un chongo.

-No tenía fuerzas ni para irme a mi habitación.-Mi mejor amiga tenía una habitación en mi casa y yo en la suya, nos conocíamos desde siempre.-Mierda Dulce, no jodas.-Me dijo casi a punto de gritar.

-¿Qué?-Le respondí asustada.

-Ve al baño y vete en el espejo.-Corrí y solté un grito al verme.

Tenía marcas moradas que recorrían mi cuello, pechos y abdomen. La piel en mis muñecas estaba con marcas de dedos del mismo tono que los moretones y mis labios estaban hinchados, sin mencionar que las ojeras parecían haber aumentado 10 veces y mis ojos aún estaban un poco rojos, me veía fatal.

-Estoy igual.-Escuche decir a Melissa y voltee para observar su cuello con algunas marcas y los brazos también, no estaba tan mal pero también se notaban.

Me tranquilicé un poco y comencé a reír sin más, Melissa me siguió el juego y unos segundos después ambas parecíamos haber escuchado el mayor chiste en la historia, nuestros ojos parecían pequeños y las lágrimas comenzaban a salir, un par de minutos después nos tranquilizamos y después de cepillarnos los dientes fuimos a la cama de nuevo.

-El mejor sexo de mi puta vida.-Suspiro mi mejor amiga y asentí en su dirección.-Y por lo que veo, también el tuyo.-Reímos.

Observé mi teléfono y me sorprendí al ver la hora.

-Nos hemos despertado a las 3:00 de la tarde.-Le dije a Melissa.

-Mierda, creo que el buen sexo te deja demasiado exhausta.-Se acostó en la cama e imite sus movimientos.

-Cuéntame, ¿Mike fue realmente bueno?-Recargue mi mejilla en la mano y la observé.

Después de una hora de estar hablando acerca de cómo había sido nuestra experiencia con los chicos malos, ella se fue a su cuarto para que nos ducháramos y colocáramos sobre nuestra piel mucho maquillaje para que no se notaran las marcas.

Cuando al fin terminamos,bajamos a comer, mis padres como siempre no estaban y los empleados tampoco ya que el fin de semana lo tenían libre, sólo se encontraba el guardia de la entrada que estaba cuando mis padres salían, paranoicos.

-¿Quieres pizza?-Asintió y saqué la caja de ese manjar de los dioses de la nevera para meterlo al horno.

-¿Cómo es que tu padre accedió a quitarte los guardaespaldas?-Me preguntó Melissa, después de un intento de secuestro hace un par de años mi padre me había contratado a dos mastodontes que estaban conmigo todo el tiempo, parece genial tener a alguien que te cuida siempre pero no cuando incluso van contigo al colegio y las personas se comienzan a juntar contigo porque pareces "interesante", al parecer si te intentan secuestrar eres genial, hay veces que en que me cuestiono la mentalidad de los estupidos niños ricos.

-Le dije que estaban invadiendo en extremo mi privacidad, que así solo llamaba más la atención y que prometía jamás ir a ningún lugar sin avisarle.-Sonreí en su dirección.-Además de que es casi mi cumpleaños 18 así que fue como un regalo también.-Aún faltaban dos meses pero había sido una excusa perfecta.

El timbre de la pizza sonó y al mismo tiempo el celular de Melissa, con cuidado la saqué pero estuve a punto de tirarla cuando vi a Melissa tensarse y tragar en seco. Dejé la pizza en la encima y me quité los guantes de cocina.

-¿Qué pasa?-Me asusté mucho, ya que su familia también había sufrido mucho por las amenazas de secuestro, solo la dejaban estar sin guardaespaldas cuando estaba en mi casa.

-¿Cómo saben quiénes somos?-Dijo con la voz temblorosa y mis manos comenzaron a sudar.-Ustedes no... Aléjense... Llamaremos a la policía.-Dejó el teléfono en la mesa y una lagrima recorrió su mejilla.

-¿Qué pasa Melissa?-Pregunté a punto del llanto.-Dime algo, joder.-Grité y caminé hacia ella.

-Ellos saben quienes somos.-Dijo con la voz entrecortada.

-¿Qué? ¿De qué hablas?-La observé, parecía transparente.

-Me ha llamado Mike, me ha dicho que vendrán por nosotras.-Me quedé inmóvil y sentí como si las piernas me flaquearan. 

-No saben dónde vivimos, ni quiénes somos, tal vez solo estaba bromeando.-Intente tranquilizarla pero apenas iba a responderme, escuché balazos y como un fuerte estruendo recorría toda la casa. Sin pensarlo jalé del brazo a Melissa y subimos corriendo a mi habitación, entramos y cerré la puerta con seguro aunque eso en definitiva no los detendría.

-¿Qué pasa Dulce? ¿Qué mierda quieren? Vamos a morir.-Sollozaba y temblaba fuertemente mientras yo intentaba pensar en algo.

Tomé mi teléfono y cuando intenté llamar noté que no tenía señal y mucho menos internet, mierda, ellos lo habían hecho.

-Tranquila, confía en mí, todo estará bien.-Le sonreí como pude y la abracé como si fuera la ultima vez.

Escuché pasos subir por las escaleras y pensé en salir por la ventana, me asomé y pude ver cómo tipos armados habían rodeado la casa, dos de ellos arrastraban el cuerpo del guardia y otros observaban los alrededores mientras hablaban por radios, más lágrimas recorrieron mis mejillas.

-Ven.-Tomé de la mano a mi mejor amiga y nos escondimos debajo de la cama.

-Esto es una estupidez Dulce.-Me dijo Melissa.

Y lo sabía, pero era lo único que podíamos hacer, rezar aunque no éramos católicas y escondernos.

-Te quiero.-La abracé.

-Yo mucho más.-Me respondió y escuchamos como tiraban la puerta.

Mi vida comenzó a pasar frente a mis ojos.

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¡Muchas gracias por las 1,000 leídas! 💕

Or nah ➳ Jason McCann || +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora