Capítulo 30

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<<El amor es una delicada flor, pero hay que ir a buscarla al borde del precipicio.>>
                             -Stendhal

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La noche paso rápido y silenciosa.  Ambos durmieron compartiendo la misma cama; después de varios intentos fallidos por parte de Miguel, decidió no insistir más. Al parecer Samanta se había puesto firme con la idea de vengarse.

Samanta se giro adormilada quedando frente a frente con el ángel, tenia claro que los aliados de Dios no necesitaban descansar, pero si deseaban efectuarlo lo podían hacer; aproximadamente a mitad de la noche se quedó dormido.

Samanta antes que los primeros rayos del sol salieran. Ciertos pasos en la habitación la sobresaltaron; se levanto asustada mirando toda la habitación. Su piel, o mas bien su naturaleza le decía que alguien andaba; de la nada un frío sepulcral se hizo presente en el cuarto.

Miro hacia Miguel y el yacía plácidamente dormido, como si no sintiera el frío. La gran habitación se tornaba de una manera extraña que erizaba cada poro de Samanta; de un momento a otro percibió que el oxígeno comenzó a faltar le a sus pulmones.

-Miguel- su voz salio en un murmullo.

Su garganta se puso seca; no entendía por que no podían salir las palabras de su boca. Llevo sus manos hacia a Miguel, y lo movió con la intención de despertarlo.

-Despierta ¡Por fa..vor!- su palabras se cortaron, pero al menos levanto la voz. Aunque no sirvió de mucho ya que Miguel no despertó

-No importa cuantos intentos hagas, no despertara- Samanta involuntariamente cerro los ojos, no supo bien si por temor o por el solo hecho de que la causa fuera él.

Levanto la cabeza lentamente, encontrándose con unos ojos ámbar tan imponentes que por un momento se vio tentada a bajar la mirada de nuevo.
Se encontraba con un traje excesivamente peculiar de color negro, haciendo resaltar su hermosa figura y aspecto. Su porte solo muestra su toque elegante, su belleza es inexplicable.

Samanta hizo el máximo esfuerzo para hablar. Su garganta parecía que la pinchaban agujas.

-Porque es..tas..

-¿Porque estoy aquí?

La interrumpió Lucifer, a lo que ella asintió en respuesta.

-Solo quería corroborar si lo que mi fiel sirviente dijo era verdad- escupió.

Samanta tosió, quería apartar el dolor de su garganta por un rato, pero como no vio resultados. Hablo sin importarle su situación.

-¿Comprobar?- esta vez no se corto a medio camino pero hablo en un susurro.

-Cruz te ha vigilado todo este tiempo ¿Acaso creiste que te dejaría ir así de fácil?- Lucifer llevo su mirada a Miguel y lo miro de una forma que aterro a Samanta. Lo miraba como si en cualquier momento saltaría sobre él como un perro para romper su cuello.

-¿Me condenaras por traición?- Samanta se abrazo así misma, el frío comenzaba hacerse insoportable.

-Debería de ya mismo mandarte a quemar en la hoguera como lo hacían con las brujas en la edad media. Solo para escuchar tus gritos de agonía- sonrió Lucifer.

De alguna forma lo que le dijo, le hizo doler; una parte de su corazón se trizo como si se tratase de vidrio o de porcelana. Por un largo tiempo ella dio todo y cada uno de su días por complacer a Lucifer. Sin mencionar las incontables veces que juro ser siempre su compañera en cada momento; ahora esa promesa se hacia cada vez mas lejana.

La Reina Del Infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora