Capítulo 32

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-Nadie muestra sus verdadera naturaleza. Las apariencias engañan.
                  -Anna Lesth

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Salvator fijaba su vista en su "hogar" si es que se podría llamar así. La realidad era que Lucifer como les brindo lujos a sus demonios a lo largo del tiempo, también horrores y odio acumulado.

¿Si se arrepentía de haber elegido las llamas del infierno y no el fuego celestial?

Jamas ni en un millón de años. Lucifer le brindaba una vida llena de lujos y perversidades inimaginables, aunque también estaba cansado de que la mayoría del tiempo...o casi la mayoría del tiempo para poder gozar de esos regalos y privilegios debía humillarse o hacer trabajos para él.

-Nuestro señor ha llamado por ti- dijo uno de los sirvientes mas fieles de Lucifer.

A Salvator de algún u otro modo su presencia le causaba repulsión, debía cuidarse de él. Su actitud de canalla y traicionero podían traerle muchos problemas.

-He oído que te mando ha que tengas puesto el ojo en Samanta ¿En que alimaña te convertiste ahora para acercarte a ella?.

Le cuestión burlón Salvator a la vez que se llevaba el habano a los labios para poder llenarse de ese turbio humo que sólo podía tranquilizarlo en momentos así.

-La gárgola siempre funciona- soltó una carcajada el demonio llamado por varios nombres pero mayormente conocido por Cruzo- Cruz- vamos Lucifer pidió por ti.

Salvator arrojo el habano. Y se adentro al túnel sin mirar atrás; por mas que tuviera un puesto alto y fuera la mano derecha de Lucifer. No lo hacia mejor que lo demás, de igual forma debía cumplir las normas y reglamentos si no quería sufrir las consecuencias; aunque "mano derecha" es difícil de creer. Lucifer tiene demonios aun mas poderosos; nunca comprendió por que de elegirlo a él.

Antes de ingresar a la puerta  suspiro y cambio su rostro de preocupación por uno tenue y serio. No debía mostrar su descontento y sus pensamientos contrarios respecto a la guerra que quería crear su amo. En mas tenia mucha fatiga por que como tenían las posibilidades de ganar también llevaban las de perder.

La balanza se encontraba perfectamente equilibrada; Ángeles y demonios empataban.
Cualquiera de los dos bandos podía ganar.

Ya adentro se topo con una bestia. Lucifer iba y venia como un lobo enjaulado; sus uñas y cola se distribuían por casi todo el salón. Sus alas escamosas se iban deshilachando como si se tratase harapos viejos, su aliento pestilente choco contra él revolviendo le el estomago.

-Señor- hizo una reverencia de respeto.

-Necesito que reúnas a los príncipes. Es hora de que esos holgazanes luchen por mi y me paguen los millones de favores que les he cumplido- gruño con indignación- esos malditos lo único que hacen es disfrutar de la carne humana.

-Como usted ordene- asintió Salvator.

Se disponía para marcharse pero se volvió. Debía preguntárselo y aclarar su duda.

-Amo ¿Logro lo que quería hacer?

Lucifer detuvo su andar, y miro a Salvator con sus penetrantes ojos negros. Su bestia interior había borrado todo rastro de ese resplandeciente "Lucero del alba" que fascinaba con sus belleza a cualquiera.

-No... ha decidido estar en contra nuestra- escupió con desagrado- lo único que se es que le daré por donde mas le duela.

-¿Pero usted no la ama?- preguntó sin pensarlo lo cual se arrepintió de inmediato.

La Reina Del Infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora