Capitulo 31

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La desolada noche, la luna brillaba con luz propia y la suave brisa mecía las ramas más finas de los tupidos arboles, Lily dormía plácidamente en el pecho de Harry quien soltaba pequeños ronquidos; Su suave respiración, la forma en que cada tanto fruncía el ceño, Harry dormido era una de las cosas más tiernas que se puede presenciar. 

Louis por otro lado, estaba mirando desde su computadora aquel email una y otra vez, el sonido de la respiración de su pareja lo calmaba de una forma increíble, y sentir su suave pierna rozar la suya era un gesto tan dulce.

Aquel email le había quitado todas las ganas de dormir, ¿Una reunión de ex-alumnos? ¿Quien podría hacer tal cosa?. Ni siquiera estaba seguro si quería pasar una noche, rodeado de adultos arrogantes. Pero sabía, que por educación debía aunque sea presentarse 1 hora.

¿Debía llevar a Harry? Lo dudaba, dudaba que el rizado quisiera pasar horas en una fiesta donde no conocía a nadie, además aquellas personas no eran de fiar, era mejor que su bonito prometido se quedase en casa mientras el viajaba a Inglaterra para aquella reunión barata. Sonrió al pensar que para ese tiempo, Harry tendría una bonita panza de embarazado.

Miro la hora, soltó un suspiro y apago su laptop para colocarla bajo la cama, se acomodo bajo las sabanas y cerro sus ojos, dejándose caer en los brazos de Morfeo.

(...)


Abrió sus ojos con cuidado, girándose en la cama vacía, miro el despertador  sus ojos se abrieron de golpe, salto de la cama y comenzó a ponerse su traje, estaba llegando dos horas tardes, se suponía que debía estar ahí a las 7:30 y ahora eran las nueve en punto, bajo corriendo con su traje arrugado y mal puesto para ver como Harry entraba riendo con Lily a su lado, casa uno tenia dos bolsas de papel en sus brazos.

-¿Qué haces Lou?-Harry sonrió al ver a su pareja con cara de perdido

-Llego tarde al trabajo, ¿Qué hacen aquí? -pregunto

-Es domingo-la niña soltó una carcajada

-Cierto, ayer fue sábado... Dios que alivio-sonrió calmado, soltando la corbata, dejándola colgar en su hombro. Se sentía tan cómodo al saber que pasaría la tarde en su casa, descansando. 

Estando lo suficientemente lejos de aquel lugar llamado trabajo, era verdad que el buen salario valía la pena estar 6 horas seguidas cada día, por otro lado, había tantos días que prefería quedarse en casa junto a su familia. 

Por su suerte, ser el vicepresidente del lugar era todo un logro, tenía su propia oficina, su respeto y uno de los mejores salarios que se pudiera tener. Aquel trabajo hacía que su familia y el tengan siempre lo que necesitas y en realidad, tener bastante dinero como para satisfacer sus necesidades era toda una gloria. No tenía que pensar dos veces antes de comprar las cosas, simplemente iba y lo compraba, ni siquiera tenía que fijarse si era muy caro (Aun que de todas formas lo hacia), ¿Cuantos días antes de volver a casa paraba en alguna tienda y se compraba caramelos hasta explotar? La lista era enorme, y de todas formas disfrutaba de una manera inexplicable aquel lujo que tantos años de estudio lograron en él.  

Recuerda la universidad como si fuera pasado ayer, despertando cada mañana con un mal humor, sueño y agobiado, la única forma de lograr que él salga de la cama era auto recordarse que estaba ahí por el dinero que lograría luego.

Siempre encontró una farsa el dicho "El dinero no compra la felicidad", ¿Cuanta felicidad tiene alguien que esta  en la calle sin comer? ¿Cuanta felicidad podría tener aquellas personas? Bajo la lluvia, ropa sucia y hambre, pasando enfermedades y no poder ir a un hospital para curarse. 

Daddy and... Daddy? //LarryStylinson//AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora