En la actualidad. Francia año 2016.
....Amén.
Terminé de rezar.
Seguidamente, antes de entrar en el pabellón, en un acto reflejo, mire al cielo.
Todo en el, parecía estar en orden, no existia hedor a azufre, el aire estaba limpio.
No vi nada que fuera irregular, nada que no fuera de este mundo. Nada que hoy pudiera perturbar almas.- Un día más... - Repiré hondo.
Debía de estar pendiente de cada detalle. El destino que Dios me había reservado, era combatir al "Maligno" , y sólo disponia de mi Fé, y a veces eso no era nada fácil. Se tambaleaba hacia unos años. Pero la Fé, que Dios parecia tener en mi, era infinita.
Había sido elegido entre los mortales, y no me quedaba otra salida.
- ¿Por qué yo Señor? - Me preguntaba. - ¿Por qué yo?
La hora y media de ocio de patio que teníamos había pasado rápidamente.
Mucho antes que otras veces.
Habia estado demasiado sumido en mis oraciones y pensamientos....
Jean Pierre es un jefecillo del "clan negro", se cruzo en mi paseo, tendría 30 años.
Era poco politico y algo impetuoso, si quería algo, daba por hecho que lo tendría y el precio no sería el problema. Pero que podía pedir de ese sitio de seres olvidados.- Allí, no tenia la opción de elegir a la persona culta y devota que me ayudará en mi objetivo. Tampoco estas en la Catedral de Notredame de tu ciudad favorita. - Pensé.
El recluso Jean Pierre, habló. - Padre Chifflet, es reconfortante verle por aquí. A mis hermanos negros y a mi, nos gustaría que nos dijera unas palabras, ya sabe usted a que me refiero, a eso del amor al projimo y demás historias.
Saque un rato Padre Chifflet.- ¡¡Claro Jean!! Eso es importante. - Le dije con esperanza de convertir algún alma indecisa.
- Le parece bien mañana domingo. - Me apresuré a decir entusiasmado por la idea. - Después de oficiar la omilia. - Añadí.
Ron, el Alcalde de la carcel, me habia ofrecido dar una misa dos domingos al mes, yo acepté.
Al fin y al cabo, políticamente, quedaba bien en los círculos de sociedad.- Tranquilo Chifflet, no corra.
¡Ya le diré cuando! - Me contestó Jean Pierre algo malhumorado, quizás, por mi impaciencia.Jean cambio el paso y se alejó de mí guiñandome un ojo. A lo lejos me pareció oírle decir. - Hasta pronto Padre.
Continúe mi camino. Dirigí algún saludo a lo lejos a unos y a otros, que merodeaban la zona, eran presos comunes, gente que pasaba desapercibida. No suponian ningún problema.
Evite al grupo ario, que parecia estar agrupado haciendo su gimnasia diaria, luciendo tatuajes, los cuales llenaban sus cuerpos, símbolos neonazis y esvalticas.
Acababa de hablar con Jean Pierre
"el negro" no quería arriesgarme a un conflicto peligroso de clanes.Sé, que el grupito de arios, me habían visto charlar animadamente con el, pero no pareció que nadie le diera importancia, excepto uno. Motier.
Motier, que se giró sobre sus pies levantando algo de polvo, me siguió de reojo un trecho. Su mirada era iracunda. No debia de teber mas de 40 años, parecia uno de ellos, se vislumbraba parte del dibujo tatuado de su piel. Parecia querer esconderlo debajo de una de las mangas del uniforme. Era un crucifijo al revés. Imposible no reconocer un signo de mal. Ambos sabiamos que no era todo lo que parecia ser.
Escupio en el suelo. Volvio a sus que haceres, fueran lo que fueran.Fume un par de cigarrillos liados, al lado de una pequeña escalera que dirigía a la puerta central del pabellón. Está, nos encaminaba a los corredores interiores del Centro, y a las celdas después.
Me senti bastante inquieto despues del encuentro visual de aquel, que aparentaba ser quien no es.
No era el demonio, pero si un adepto a ellos. Un discípulo de un demonio menor. Lo presentía.