CAPÍTULO III EL TERCERO PENITENCIA

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Me levanté temprano, me tomé un zumo de frutas y hortalizas. Que yo mismo habia seleccionado del pequeño huerto de la iglesia.
- ¡Vitaminas a espuertas!, me vendrán bien.
Me sorprendi al decirlo en alto, mi voz sonaba debil.
- Un buen café.... hubiera sido lo mas rápido para todo.
-¡Vamos a correr! Me alente, subiendo el tono de mi voz. Quería convencerme, y así lo hice.

Sabia que tenía que despejar mi mente de la figura grotescas que aparecía en mis sueños, hablandome en Latín.
- Ha sido la noche más larga de mi vida, le hablaba a mi espejo, mientras me refrescaba la cara, y me lavaba los dientes con demasiado ímpetu.

Subi en coche hasta la ciudadela medieval se situa en la cumbre de las montañas des Alpilles.
Lo deje aparcado en uno de los entrantes de arena. Si mis fuerzas flaqueaban, siempre podria volver en Bus.

Estire un poco los músculos, me note bastante tenso, tenia de despejar mis pensamientos, pero persistía en mi cabeza, el tambolireo en latin de aquella aberración, mas propia de una alucinacion producida por un quintal de alucinogenos.

- Chifflet, me dije; mens sana in corpore sano.
- Necesito endorfinas, ¡Hagamos ejercicio!

Elegi bajar por una pequeña colina, de la cadena de montañas calcaréas, se sitúa al sur de Saint Remy ascendí, por una bonita y revirada carretera. Tras pasar por la antigua ciudad romana de Glanum, pare unos minutos.

...Estaba desfallecido. Los pulmones estaban a punto de estallar, las piernas no me sostenian.
- Los años, te van pesando, me dije. Tomé la empinada cuesta, crei morir en el intento de encumbrarla.
Continúe, pero me decidí hacerlo andando. Caminé por el precioso paisaje montañoso de Provenza, buscaba la sombra de los pinos en la rivera de las antiguas canteras tallada en la piedra blanda. Tras unos pocos kilómetros, ........La ciudadela.

Me había sorprendido hasta donde me habian llevado mis pies.
A la entrada de la ciudadela. Alli, me esperaba solemnemente la Chapelle Castrale, iglesia principal de la ciudad.
Parecía que estaba esperandome.

Me detuve como si fuera un turista. Como si jamas la hubiera visto.
Parecía un estudiante de arquitectura, que había encontrado su 10 para la tesis de final de carrera.
....

- NO PASES, no eres digno de la casa de Dios. No lo mereces.
Un mendigo, estaba encima de unos cartones y sus ropa estaba llena de agujeros. Meditelo señor, hasta un ciego, es capaz de ver la pérdida de fe, a varios km.

- Le daré unas monedas dijo Chifflet. Espereme 40 minutos y le llevaré donde pueda asearse se encontrara bastante mejor, se lo aseguro, a continuación le estaré esperando con algo de ropa para que se cambie.

El mendigo se revolvió en los cartones, no le contesto, pero una de sus manos le indicó un mal gesto.

Entré por esa puerta, humilde y cabizbajo como un cristiano más, quería reencontrarme en mi rezo con la paz de mi interior.
Escuché una música sublime, casi celestial. El organo cesó.

-Pater: quoniam derelinquens dereliquisti me.

Se oía reververando en los ecos de la Iglesia.
- ¡Las mismas palabras otra vez!, observe que un sacerdote anciano, se movía despacio en el púlpito, mientras oficiaba la misa.

- Hermanos, dijo. Jesús le dijo al Padre.
- Padre por qué Me has abandonado.
Repiti a la vez que el anciano en voz queda.
- Pero nunca lo hizo- continuó el anciano, ¡No apuesten a todo o nada. La fe hermanos, ¡no es una moneda de cambio !
Me arrodille y me sumi en un rezo de penitencia y eterno.

Acabado el rezo, me levanté despacio y me fui. Andando dubitativo, termine en una calle esta se llamaba, Grand Rue, pero se fue estrechando por momentos, me di cuenta que no era capaz de reconocer nada, y que podia estatar perdido. Volví sobre mis pasos. Estaba sólo. Sólo y perdido, Llamé a las puertas de las casas bajas y portales. ¡Nadie contesto!
Al pronto, asomó dede una.ventana un ser gruñendo al los cielos. En un salto, se puso delante de mi.
- Atrás, ¿que eres? Dije "con miedo"
- No soy tu Dios, si a eso te refieres.
Me contesto.
Cezane, hubiera matado seguramente por no haberme pintado en ese momento sería su mejor obra sin dudarlo.

- Pero podría serlo ¡grrrñññ! Me dijo entre gruñidos, ¿Que te queda?
El esbozo humano me miraba, esperando una respuesta....
...

¡Me había quedado dormido!
Estaba soñando.

- Señor, despierte por favor. Me zarandeaba cuidadosamente el cura anciano de La Chapelle Castrale.

- Perdón, le contesté. No quise ser irrespetuoso, ¿Padre.....?

- LOTHAIRE, dijo el anciano. Padre Lothaire. ¿Usted ? Le pregunto.

- Chifflet, Gabriel Chifflet. Soy Sacerdote.

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