CAPÍTULO XIX "LA BIBLIA DEL MAL"

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REMENBER.

Gabriel, le miró y le dijo, - No vuelva jamas a dejarme, nunca me oye, ¡¡ Jamas !!

A continuación, le preguntó:

-¿Donde ha estado?

¡¡Ha pasado un año!!
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Soy cada pesadilla que has tenido. Soy tu peor sueño hecho realidad. Soy todo aquello de lo que alguna vez has tenido miedo.
It en It (1990)

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Francia hace 3años y 8 meses.

Gabriel, saco un cigarrillo se lo encendió y apoyando la espalda en la pared se arrastró por ella y se dejó caer hasta que su culo tocó el suelo. La sotana arrugada, amortiguó el impacto levemente.
Indulgente, adoptó la posición de sentado.

La luz en aquel momento era mortecina. Para Fabrice un arcoíris después de todo.

Gabriel, tenía el rostro curtido, de haber librado mil batallas, y su gesto indicaba sabiduría, la puta sabiduría adquirida.....¡a dolor!

A los ojos de Fabrice, Gabriel era lo más parecido a un Apóstol apaleado por el mismo Dios, y la diversión eterna del diablo.
Aunque también, en los pensamientos más reconditos de Fabrice, eso era muy semejante a un ángel caído destronado por Dios. Dejando que su reino fatal, fuera el más oscuro, y su camino el más pedregoso.

Pero eso, sólo eran retorcidos pensamientos.....
Seguramente inducidos

La verdad, es que le adoraba y le admiraba.
Casi desde el primer momento en que le vio en su sacristía.

¡¡Un año!!

¿UN AÑO?

Fabrice ante la noticia, no supo reaccionar. Solo sentía su corazón dando fuertes golpes en su pecho.

Gabriel, succionaba el cigarrilo y luego mantenía el humo en los pulmones unos segundos, para devolverlo por su boca y nariz.

Fabrice, imitó el gesto de Gabriel, y con la misma desidia, también se dejó caer por la pared.

Y así, quedaron los dos sentados en el pasillo.

Cansados de tanta fatalidad.

Ambos curas estaban siendo derrotados una y otra vez. El mal era el protagonista en el más ridículo directo.

Gabriel sin mirar a su compañero en un gesto de muñeca, la pitillera se abrió, ofreciendole un cigarrillo a Fabrice.

Lo aceptó

- Para todo siempre hay una primera vez.

Dijo entre sonrisas.

La pitillera de plata de Gabriel fué el espejo improvisado de Fabrice. Éste, vio su imagen de casualidad en su reflejo.

Parecia tener unos 45 años de los 30 reales.

Su pelo estaba cuajado de canas y en los ojos adornaban unas pequeñas arrugas que le hacían más maduro en su conjunto.

Gabriel le acercó el encendedor.

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