Capítulo 17. Un mal entendido.

926 84 29
                                    


PUNTO DE VISTA DE COURTNEY

Hoy es el día más esperado por muchos estudiantes, el viernes. Sin embargo, para mi está siendo un día pésimo. Me bajó el periodo, me desperté más tarde de lo debido, se me olvidó hacer los deberes de mates... En fin, hoy es un día redondo como diría mi padre.

Al bajar del coche de mi padre cruzo los aparcamientos y me encuentro con la figura de Eiden, quien se interpone en mi camino mientras me mira con pena. Realmente hoy no tengo ganas de hablar con él.

—Creo que el otro día muchas cosas no quedaron claras —afirma al ver que me detengo en frente suya.

Resoplo e intento responderle de forma apacible pensando en que él no tiene culpa de que hoy yo haya empezado con el pie izquierdo el día. Sin embargo, no me sale y mi contestación es algo brusca e impropia por mi parte.

—Créeme que me quedó claro lo cobarde que eres —Intento alejarme de él pero Eiden vuelve a ponerse delante mía, interponiéndose así de nuevo en mi camino—. Realmente es molesto que hagas eso —escupo con enojo mientras intento apartarle.

Obviamente mis intentos son en vano ya que Eiden tiene más fuerza que yo.

—Courtney deja de comportarte como una niña pequeña y esquivarme —Las palabras de Eiden me enfurecen sobre todo al oir que me ha llamado niña pequeña.

Achino mis ojos y aprieto los puños conteniendo mis ganas de demostrarle lo tan niña pequeña que soy. Respiro profundamente durante varios segundos para lograr tranquilizarme ya que los ataques de ira no son muy propios en mi, solo cuando tengo el periodo.

—Tengo ganas de pegarte y yo no suelo tener ese tipo de pensamientos ofensivos —le advierto para que me deje tranquila.

Creo que los efectos del periodo me están volviendo más agresiva.

Él en vez de dejarme tranquila hace todo lo contrario y sigue estorbando como un chicle pegajoso y molesto.

—Courtney, no seas agresiva y hablemos de manera seria —propone a lo que doy un leve suspiro.

—Vale, habla.

Él sonríe victorioso como si hubiese conseguido su objetivo. Yo por mi parte me limito a rodar los ojos.

—Yo no tengo miedo a que la gente sepa que me gusta la música y cantar pero, ¿de qué me serviría que lo supieran? —me cuestiona mientras me mira fijamente— Solo para que se burlaran de mi, ¿no crees? —termina añadiendo.

—Eiden, ¿no ves que siempre vuelves a lo mismo? Te importa la opinión de los demás y no te juzgo por ello pero solo te digo que no puedes estar condicionado por lo que piensa la gente a tu alrededor. Dentro de unos años ya no estarás más en el instituto y a la mayor parte de esta gente no las verás más —trato de explicarle de la manera más apacible posible.

Él desvía su mirada hacia el suelo y arruga su nariz.

—Me jode que tengas razón —admite angustiado.

—Tranquilo, no a todos nos afecta por igual lo que puedan opinar los demás —le consuelo con una sonrisa mientras paso mi mano por su hombro.

Él levanta su mirada y se choca con la mía.

—Gracias Courtney.

—De nada Eiden, para eso están los amigos y las amigas —Al escucharme él sonríe y yo le devuelvo la sonrisa.

Ambos comenzamos a caminar hacia la entrada del instituto.

—Oye, ¿sabes qué lo ocurre a Candice? Últimamente está demasiado rara —Su pregunta me descuadra por completo, intento que no se me note demasiado que yo sé lo que le ocurre y me preparo mentalmente para soltarle una mentira aunque sé que eso está mal y podría traer sus graves consecuencias.

El club de las C Donde viven las historias. Descúbrelo ahora