Capítulo 6. ¿Yo?¿Animadora?

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{En multimedia Nathan Davis}

PUNTO DE VISTA DE CAITLIN

Las tres primeras clases estuvieron bien. Sin embargo, me sentí un poco sola ya que ninguna de mis amigas estaba conmigo. Candice seguiría en el despacho del director y Cecile y Courtney están en la otra clase.

Me tuve que sentar al lado de una chica que no conocía, Sheila fue que me dijo que se llamaba. Después de eso no hablamos nada más durante el resto de horas.

Pero bueno eso ya no importa porque ahora es tiempo para el descanso y podré encontrarme con mis tres mejores amigas.

Voy a mi taquilla dejando lo que no veo necesario para las siguientes horas. A lo lejos diviso una melena castaña que reconozco fácilmente, es Cecile. Me aproximo hacia ella y le hago un saludo con la mano.

—¡Cecile! Menos mal que te encuentro —la llamo con euforia de poder haber encontrado a una de mis amigas.

Ella se ríe.

—¿Y eso por qué? —termina preguntándome después.

—Porque pensé que me iba a quedar comiendo sola junto al zumo de naranja qué seguramente tomaré —me encojo de hombros haciendo que la morena se ría.

—Que dramática eres cuando quieres Caitlin —dice riéndose. Yo me limito a rodar los ojos.

Miro a mi alrededor y me encuentro con otra de las fotos de Candice en la pared. Sin embargo, en esta hay algo escrito. Dejo a Cecile atrás y me acerco para ver bien lo que pone.

"La puta a domicilio de Eiden" es lo que leo.

Rápidamente arranco el papel y lo arrugo para luego empezar a despedazarlo en pedacitos. ¿Por qué la gente es tan cruel? Mi amiga tuvo un error pero no por ello merece que la juzguen de esa manera.

Pero bueno es lo que tiene convivir con adolescentes crueles.

Cecile se acerca a mí.

—Se están pasando —escupe con rabia. Yo asiento dándole la razón.

—Ella solo cometió un error y la están juzgando como si hubiera cometido un delito —argumento mirando a Cecile.

—Por eso odio a los adolescentes, solo saben hacer daño —al oír las palabras de mi amiga pongo una mano en mi pecho y me quedo boquiabierta fingiendo que me siento ofendida.

—Me odias —digo. Cecile se ríe y agarra la mano que tengo en el pecho para luego abrazarme. Mi amiga es varios centímetros más alta que yo y mi nariz le llega por  su hombro.

—No podría odiar a una cosita tan pequeñita, tierna y divertida como tú —al escucharla ruedo los ojos y luego le pego un pequeño puño en su brazo.

Ella sabe que odio que me recuerden lo bajita que soy.

—Eres cruel —suspiro.

Ella se ríe, será malvada.

—Oye, mira ahí está el tablón para las inscripciones en los clubes de este año —dice señalando un tablón que está a la izquierda de nosotras.

Este año no sé si apuntarme en algún club. El año pasado me apunté en uno de lectura. Pensé que sería interesante conocer a otras personas a las que les gustara leer tanto como a mí pero al final terminamos siendo tres miembros en el grupo.

Y uno de ellos estaba ahí por obligación, así que ya podéis imaginar lo aburrido que fue.

—¿Tú te vas a preguntar a alguno? —le pregunto a Cecile. Ella niega con la cabeza.

El club de las C Donde viven las historias. Descúbrelo ahora