Capítulo 23. Problemas ajenos.

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PUNTO DE VISTA DE CECILE

De pequeña siempre odiaba esos días en los que me despertaba y sentía que el mundo se me caía encima. Sin embargo, con el paso de los años esos días se convirtieron poco a poco en parte de mi rutina y ahora estoy tan acostumbrada que si algo bueno llegar a pasar en mi vida lo siento hasta extraño.

Sin pensar más en mi lamentable vida, termino de prepararme el desayuno, tanto a mi, como a mi hermano. Hoy he decidido hacer algo simple: unas tostadas con mantequilla y mermelada y zumo de naranja.

Cuando termino de preparar la comida, coloco la mesa, en donde Shane está sentado sin despejar sus ojos por un segundo de la pantalla de su móvil.

—Shane, estar con el móvil en la mesa cuando se va a comer es una falta de respeto —le regaño después de sentirme en frente suya.

Mi hermano hace caso omiso a mis palabras y me obliga a tener que quitarle el móvil.

—¡¿Pero que haces?! —grita con enfado estirando su mano para lograr arrebatarme el teléfono móvil. Sin embargo, sus intentos son en vano.

—Cuando te hablo me haces caso, ¿vale?

Él asiente refunfuñando y luego se apresura a darle dos mordiscos a las tostadas para levantarse y marcharse de la cocina.

Me siento mal por tener que actuar de esa manera con él pero en este momento, en el que mi padre está en quién sabe dónde y mi madre apenas sale de su cuarto para cuidar de nosotros, la única figura autoritaria y familiar que le queda a Shane en su hogar, soy yo.

Con las pocas ganas que me quedan termino de saborear mi desayuno y me apresuro a dejar todo ordenado antes de marcharme junto con Shane, para el instituto.

Hoy ambos cogeremos la guagua.

—Shane, ¡baja! —grito desde la planta baja de las escaleras.

Por suerte, mi hermano no tarda mucho en bajar y eso hace que podamos llegar puntuales a coger el medio de transporte. Cuando nos subimos en la guagua doy gracias a Dios por poder encontrar dos asientos que están juntos libres.

—¿Por qué tenemos que venir en guagua?¿Por qué no nos puede llevar mamá? —pregunta mi hermano un tanto molesto.

Si ya para mi es duro llevar este tipo de situación familiar no me quiero ni imaginar cómo debe estar pasándolo Shane.

—Mamá está ocupada y pasando por un mal momento. Ahora es mejor que no la molestemos —contesto ganándome que mi hermano simplemente resople como respuesta.

El resto del trayecto ambos lo pasamos en silencio hasta que llegamos a una parada cerca del instituto.

Cuando llegamos mi hermano se distancia de mi sin tan siquiera despedirse, acción la cual me hace pensar que tal vez sigue enfadado conmigo por lo del teléfono móvil.

Sin darle demasiada importancia al asunto sigo caminando hacia la entrada hasta que me encuentro con que Brian se dirige directo a mi, como si me hubiese estado esperando todo este tiempo, lo cual me aterra. Sé perfectamente porque se acerca a mi y en estos instantes prefiero no hablar del tema así que me limito a acelerar el paso para alejarme de él.

—Cecile, ¡espera! —le escucho gritar demasiado cerca de mi.

Cuando noto como una mano me detiene tirando de mi, me planteo que tal vez debería de hacer más ejercicio y empezar a practicar mejor esto de las huidas para que así la próxima vez que quiera escaparme de tener una conversación poco agradable para mi con alguien, salga bien.

El club de las C Donde viven las historias. Descúbrelo ahora