Capítulo 5

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El Gran Salón se llenó de un silencio sepulcral. Todos se habían quedado sorprendidos, y eran incapaces de articular palabra. En mi caso, era como si el mundo hubiera dejado de gritar a mi alrededor y una trampilla se hubiera abierto debajo de mis pies y ahora me encontrase cayendo por un agujero sin fin.

Pero, afortunadamente, los engranajes de mi cabeza comenzaron a funcionar de nuevo.

Casarnos. Christian. Y yo. Casarnos Christian y yo. Ay...

Bueno, a funcionar a duras penar, pero me encontraba en un estado de shock. Lo irónico es que el aplauso de los invitados y los gritos de alegría fue lo que me saco del trance. Entonces, cuando miré a Christian, me di cuenta de que aún seguíamos agarrados. Me separé de él como si ardiera, y él me miró extrañado. Pero se ve que él también estaba conmocionado, porque apartó la mirada apenas dos segundos después. Miré a mis hermanas, que se encontraban en un estado de confusión tremenda. Sofía aplaudía, pero en sus ojos se podía leer el desconcierto. Las miradas de Emma y de Bianca estaban fijas en mí.

−¡Christian, Olivia, venid aquí! -exclamó mi padre con alegría.

Todas las miradas se posaron sobre nosotros. Me encogí en mi sitio, mirando a mi alrededor.

Esto no puede estar pasando.

Miré a mi padre, y él me hizo un ademán para que nos acercáramos a la tarima donde se encontraba. Con paso tímido y lento, ambos fuimos hacia él y los reyes de Francia, que sonreían, pero la reina Evelyn lo hacía de una manera algo forzada. Nos subimos a la tarima, y mi padre nos indicó que nos pusiéramos a sus flancos. Todos nos miraban, expectantes. Aquello no me gustaba ni un pelo.

−Es un placer poder por fin hacer público el romance que nuestros hijos llevan años manteniendo en secreto.

Miré a mi padre con los ojos abiertos, incrédula.

¿Romance secreto? ¡Pero si nos hemos conocido esta mañana!

Christian me miró, tan desconcertado como lo estaba yo. Pero aparté la mirada. No quería saber absolutamente nada de él, aunque ni siquiera tuviera la culpa de aquello. Miré sobre mi hombro. El rey Arthur tenía la misma sonrisa que nuestros padres, pero la reina Evelyn parecía bastante tensa. Estaba segura de que nos tenían mucho que explicar, sobre todo después de aquello.

El resto de la velada transcurrió con cientos de preguntas hacia Christian y a mí: <<¿Cuándo comenzasteis a salir?>>, <<¿Os queréis mucho?>>, <<¿Ya tienes vestido para la boda?>>, etc. Aquello me incomodaba mucho. Esquivé todas las preguntas poniendo siempre la misma excusa: <<No me gusta hablar de mi vida privada>>. Aunque, en parte, no era mentira. Pero el hecho de que ahora, supuestamente, mantenía un romance a escondidas con el heredero al trono francés que se acababa de hacer público, me daba una ligera idea de que iba a estar en la boca de la gente las siguientes semanas.

···

−¡Quiero que me expliques ahora mismo de qué va todo esto! -grité, paseándome con nerviosismo por el despacho de mi padre, donde nos habían llevado a Christian y a mí justo después de que la velada acabase. Eran las dos de la madrugada, pero estaba de todo menos cansada.

−Olivia, siéntate -me ordenó, pero no le hice caso.

−¿Se puede saber a qué ha venido todo eso? -exclamé, deteniéndome y mirandole a la espera de una respuesta que nunca llegó.

Se limitó a suspirar y a mirar a Arthur y a Emily. Arthur asintió, pero Emily apartó la mirada. Fuera lo que fuese de lo que iba todo aquello, ella no estaba de acuerdo; lo que, en parte, me reconfortó. Mi padre me miró, pero, siendo consciente de que no me iba a sentar por mucho que me lo pidiera, comenzó a hablar:

The Crown (Parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora