Si me detenía a mirar cómo era mi vida hacia dos meses, y la comparaba con la de ahora, creería que me habrían cambiado por otra Olivia. Comprometida a la fuerza, huérfana de madre y probablemente también de padre, mi mejor amigo en un correccional por, supuestamente, intentar asesinarme...
Qué locura, ¿no?
Mi vida, todo aquello que conocía y quería, destrozado en apenas un dos meses. Quería pensar que todo esto que estaba pasando me había hecho más fuerte en algún sentido. Pero hacía apenas cinco días que se habían llevado a Drían, hacía apenas un mes que mi padre había desaparecido sin dejar rastro, hacía apenas dos meses que me di cuenta de que mi vida ya no iba a ser la misma, en el momento el que Christian me cogió la mano y me la besó a modo de saludo, la primera vez que nos vimos.
No era más fuerte. Estaba asustada. Mucho más asustada de lo que nunca antes había estado. Sentía que todo se escapaba a mi control... y que jamás podría volver a recuperarlo. Las voces de mis institutrices, o la de mi propio padre, resonaban en mi cabeza, diciéndome que alguien como yo jamás debería sentirse asustada por nada porque la habían educado para ser fuerte. Pero al cuerno todo eso, ¿quién no se sentiría asustado en mi caso? ¿Quién en mi caso no habría gritado con todas sus fuerzas y había salido corriendo? Yo quería hacerlo, y para que aquello no pasase tenía que aferrarme con garras de acero a todo lo que aún me quedaba: mis hermanas, que también estaban tristes; mis amigos, que echaban de menos a Drían casi tanto como yo; Christian, que apenas me miraba cuando nos cruzábamos por los pasillos... Mi país, mi propia gente, que se habían vuelto en contra de Drían al conocer la noticia de mi intento de asesinato, cuando él era inocente. Tenía la garganta destrozada de tanto gritar sin que nadie me oyese. Me estaba derrumbando por dentro, y nadie parecía notarlo.
Aferré con más fuerza las sabanas de mi cama, bajo mi cuerpo, aguatando las lágrimas. Había llorado tanto, que ya ni siquiera aquello me servía, así que ya ni me molestaba en hacerlo. Era tanto el dolor... Me incorporé, pasándome las manos por las mejillas húmedas. El dolor de cabeza que sentía por las lágrimas era peor que hacía unas horas, cuando comencé a notar las primeras consecuencias de llorar tanto. Paseé la vista por mi habitación a oscuras, y mi mirada reparó en el móvil sobre el escritorio. No había usado mi teléfono desde antes de lo sucedido con Drían, así que el móvil estaba más que muerto. Suspirando, lo cogí y lo conecté al cargador.
El dichoso IPhone de última generación hizo su espectáculo de luces y ruiditos mientras se encendía, y cientos de notificaciones asaltaron la pantalla. Correos, llamadas perdidas, WhatsApp's... no tenía ganas de revisar nada en aquel momento, pero un mensaje en concreto me llamó la atención. Sentí el corazón dándome un vuelco cuando vi que era de Drían, del mismo día de su arresto. Aun sabiendo que aquello no me convenía emocionalmente, abrí el mensaje. Era un video. Sin dudarlo, lo puse. Se notaba que estaba grabado con la cámara de su móvil y con prisas, porque la imagen no era muy buena. Medio rostro suyo apareció en la pantalla, y parecía nervioso.
―Olivia, no tengo tiempo para disculparme por todo lo que te he hecho. Apenas tengo tiempo de decirte esto: pero todo se va a complicar a partir de ahora. Escúchame atentamente, porque esto que te voy a decir es verdad: sé dónde están vuestros padres. Tienes que venir a ver en cuanto recibir esto, es...
Un ruido a sus espaldas hizo que se girase, y la pantalla se tornó negra por la falta de luz. Lo último que se oyó antes de que video finalizase, fue la voz de un guardia diciéndole que le diese el móvil. De pronto, supe lo que tenía que hacer. Era lo que tenía que haber hecho desde el principio, pero estaba demasiado ciega como para darme cuenta. Deseando que el teléfono se hubiese cargado lo suficiente, lo desconecté y salí de allí corriendo, en dirección al Gran Salón, donde sabía que iban a encontrarse todos.
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The Crown (Parte 1)
Novela JuvenilOlivia Federck, princesa de España, lleva toda su vida preparándose para ser reina. Pero un desafortunado trato con el país vecino la obliga a casarse con el príncipe Christian Dumont, heredero al trono francés. Olivia no solo tendrá que demostrar...