Capítulo 21

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Tras la charla con Sofía decidí ir a dar un paseo por el palacio a solas, para poder despejar un poco mi mente. Todo lo que me había dicho Sofía sobre su pasado había sido impactante, y aquella sensación de que algo muy malo iba a ocurrir seguía arraigada en mi mente con garras de hielo.

Descarté la idea de salir al jardín cuando vi cómo llovía. Seguramente, casi todos se encontraban en el Gran Salón, así que también lo descarté rápidamente. No me apetecía ver una película en el pequeño cine que teníamos en la cuarta planta, ni tampoco leer un libro. No tenía trabajo, al menos pendiente. No me apetecía estar con Drían, por cruel que suene, pero, ¿para qué?, ¿para liarme más la cabeza? Creo que pasaba de ello.

Y es que, como ya he dicho antes, parecía que aquel día estaba especialmente hecho para amargarme. Cuando bajé el último escalón de la escalera principal, vi a Nina y a Christian apoyados en la pared. Me detuve en seco. Desde donde me encontraba no podía oírles, pero Nina tenía aquella sonrisilla que siempre ponía cuando trataba de ligarse a algún chico, y se atusaba el pelo ''con disimulo''. Inclinó la cabeza, y miró hacia abajo, hacia los labios de Christian. Él se encontraba de espaldas a mí, y no podía ver su expresión, pero pareció no importarle cuando Nina se acercó más a él, mirando de vez en cuando su boca.

Me tensé, y una alarma en mi interior se encendió. ¿Iban a besarse? Me enfadé, enserio, sentí la rabia corriendo por mis venas. Y no porque estuviera celosa, no. Porque no lo estaba. Ni hablar de estar celosa.

Sí, claro...

Me enfadé porque el día anterior Christian me dijo que le gustaba. Que le gustaba mucho. Y que me esperaría. Entonces, ¿por qué ahora estaba a punto de besar a Nina? ¿Es que, acaso, me había mentido? Pensar en que había jugado conmigo de esa manera fue la gota que colmó el vaso. Antes de que pudiera reaccionar, estaba caminando hacia ellos tan rápido como los tacones me lo permitían. Pasé a su lado como si pasase por allí por casualidad, empujando a Nina tan fuerte con el hombro que perdió el equilibrio y se cayó al suelo. Seguí caminando como si nada.

―¡Serás zorra! ―exclamó ella.

La miré por encima de mi hombro con inocencia.

―Lo siento, ha sido un accidente.

―¡Y una mierda!

Siguió gritando, pero la ignoré olímpicamente. Continúe caminando, esta vez con un paso menos apresurado.

―¡Oye, Olivia! ¡Espera!

Casi me tropecé cuando oí la voz de Christian. Le eché una rápida mirada antes de apretar el paso y alejarme de él lo más deprisa posible.

―¡Olivia! ―volvió a llamarme, pero hice como si no lo hubiese oído.

Me persiguió pasillo abajo, intentando alcanzarme. Ahora, me moría de la vergüenza, dándome cuanta de que había expuesto demasiado mi molestia por verlos juntos. En un intento por despistarle, giré de golpe en el primer pasillo que encontré y me metí en la primera sala vacía que vi. Pero Christian me pisaba los talones, por lo que me vio. Entré todo lo rápido posible en la estancia, dándome cuanta tarde de que acababa de meterme en un callejón sin salida cuando Christian cerró las huertas a mi espalda.

―¿Se puede saber a qué ha venido eso? ―preguntó, claramente confundido, y pude distinguir un poco de enfado en su voz.

Cerré los ojos con fuerza antes de abrirlos y enfrenarlo.

―A nada, simplemente he tropezado.

Él soltó una carcajada irónica.

―Sí, claro, y yo te creo, ¿no? ―Me miró fijamente, como si quisiese atravesarme y ver qué estaba pensando―. ¿Qué te pasa?

The Crown (Parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora