No tenía ni idea de cómo mi padre les comunicó a mi familia la muerte de mi madre. A mi parecer, fue como si todo el mundo ya lo dice por hecho, como si yo no hubiera sido la única que había presenciado su muerte. Cuando quise darme cuenta, todo el mundo guardaba luto a su reina, asesinada en lo que calificaron como un ataque terrorista. Yo sabía que aquel no había sido un ataque terrorista en realidad. Que aquel hombre quería hacerle daño a mi madre porque sí, no por motivos indiscriminados.
El caso es que alguien tuvo que decirle a mi familia ―y al resto del mundo― que mi madre ya no estaba. Y la pregunta, es cómo se había hecho. Ahora, la pregunta era la siguiente: ¿Cómo decirles que mi padre ya no está?
No ha muerto, me dije a mí misma. Solo está desaparecido.
Muerto, desaparecido... ¿qué más daba? Seguía sin estar a nuestro lado. Hacía tan solo un día que conocíamos la noticia, y aún era incapaz de hacerme a la idea. Y ahora, a escasos minutos de reunirme con mis hermanas, aún seguía sin hacerlo. Había pedido a los hombres de mi padre discreción. No quería que nadie supiera que había sucedido aquello sin que yo así lo quisiera.
Suspiré, secándome el sudor frio de las manos en la falda del vestido. Aquella mañana me había costado mil demonios levantarme. Me había pasado toda la noche llorando, y me había levantado con un dolor de cabeza horrible. Tenía unas ojeras muy marcadas, la voz ronca y un aspecto horrible. Laura pensaba que estaba enferma. Pero ella y Roxi sabían que algo muy grave había pasado para que yo estuviera así. Christian estaba más o menos igual. No había abierto la boca desde que nos encontramos en el pasillo, de camino al Gran Salón, donde había citado a mis amigos y hermanas para comunicarles la noticia.
―¡Ya puede ser importante para no poder esperar hasta después de desayunar! ―exclamó Elyn en broma cuando nos vio aparecer por las puertas, pero su rostro se tornó serio cuando vio las expresiones en nuestros rostros.
Casi se cayó del brazo del sofá en el que estaba sentada por intentar venir hacia mí, como el resto.
―¿Qué ocurre? ―preguntó Sofía con el ceño fruncido.
Abrí la boca para contestar, pero las palabras se negaron a salir. Ni siquiera había desayunado, y ya tenía el estómago revuelto. Miré a Christian, quien parecía a punto de vomitar. Igual que yo. Volví a mirar al resto, que me observaban con una expresión expectante.
―¿Olivia...? ―me llamó Drían, pero no fui capaz de mirarle sin que se me saltasen las lágrimas.
Se acercó corriendo a mí y me rodeó con los brazos.
―Haya pasado lo que haya pasado, sabes que me tienes a tu lado para lo que sea. Estoy aquí ―me susurró al oído.
Aunque solo fuese un poco, sus palabras me animaron. Pestañeé para aclararme la vista mientras él se apartaba lentamente de mí. Cogí aire y tragué saliva, tratando de que mi voz sonase lo más clara posible.
―Ayer por la tarde, el jefe de la guardia, William, me comunicó que el rey Henry, y los reyes...
―Vete al grano, Olivia ―me espetó Nina.
La fulminé con la mirada, y quise abalanzarme sobre ella y hacerla daño. Daño de verdad. Pero comprendí que tan solo le estaba dando largas al asunto. Así que volví a coger aire y solté sin más.
―Los reyes han desaparecido en el Cairo.
No sé qué hubiera sido peor: que hubiesen gritado, histéricos y nerviosos, haciendo miles de preguntas, o el silencio en el que sumergió el Gran salón después de mis palabras.
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The Crown (Parte 1)
Teen FictionOlivia Federck, princesa de España, lleva toda su vida preparándose para ser reina. Pero un desafortunado trato con el país vecino la obliga a casarse con el príncipe Christian Dumont, heredero al trono francés. Olivia no solo tendrá que demostrar...