Cicatrices. Parte II.

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Baekhyun ha cumplido sus quince años, y a pesar de que él jura ser todo un adolescente, espera a su madre en la sala de su hogar. No es que le importe mucho la tarta que probablemente traiga en sus manos, es el abrazo y la felicitación la que más espera.

De las ocho de la noche, se llegan las nueve mientras el castaño la espera viendo una serie en la T.V abierta, pronto son las diez, y sin darse cuenta, el reloj ya marca las once. Su cumpleaños está por finalizar, y su madre no ha llegado.

Se pone de pie y decide ir a su habitación, con el corazón dolido y sin querer aceptarlo, decepcionado.

— Debió tener mucho trabajo... —Se dice así mismo en un intento de justificarla.

Han sido catorce cumpleaños juntos, no cree que sea tan malo que faltara al número quince ¿verdad?

***

Es un día nuevo y la luz del sol le está golpeando en sus parpados cerrados. Baekhyun se voltea y abre sus ojos con pereza, viendo en su escritorio un pastel, parpadea unas cuantas veces hasta aclarar su vista y puede notar que hay un sobre a un lado de este. Se para de inmediato y lo abre, leyendo cada palabra tan rápido como le es posible.

"Cariño, ayer me surgieron muchos inconvenientes en el trabajo, tuve que quedarme hasta tarde y cuando llegué, tú ya dormías. Lo siento tanto, ¿una tarta de fresa y unos tenis nuevos pueden recompensar esto? Prometo que para tu cumpleaños número dieciséis haré algo precioso para ti ¿sí? Te amo".

El joven castaño ha dejado la carta sobre su escritorio nuevamente. No puede evitar sentir esas pequeñas punzadas en su pecho, pero sacude su cabeza y decide ignorar eso, solo fue un cumpleaños, no es como si fuera el último.

Hablar sobre su corta vida es algo bastante normal; tiene amigos, una madre que lo quiere y no es tan malo en la escuela. Baekhyun es un chico que suele reír mucho y para hasta que su estómago le pide un respiro; le gusta salir a menudo, le gusta incluso cantar cuando está a solas en su habitación.

Pero no todo puede ser tranquilidad en su vida, no hasta que un señor llamado Jung llega con una sonrisa que le incomoda, tomando a su madre de la cintura y la cual, sonríe con demasiada felicidad. Baekhyun no protesta la incomodidad que siente por el individuo, solo calla y finge que le agrada —aunque por dentro sienta un mal presentimiento—.

Se mudan a los dos meses de conocerlo, es un desconocido total, pero al ver su gran casa no puede evitar sonreír. Es enorme y Baekhyun había pensado que nunca viviría como los grandes, no como hasta ese día. Su habitación es amplia y es casi al doble que la que antes tenía. Baekhyun ese día agradecido abraza al señor Jung, diciéndole por primera vez "gracias".

— ¿En verdad la casa es tan grande? —Pregunta su amigo a través de la cámara de su ordenador. Baekhyun asiente ante su pregunta, sonriendo.

— Es enoooorme—. Le asegura él— cada habitación tiene su propio baño, además de que tiene una sala con una televisión muy grande, la casa es genial.

— ¿Y él? ¿Es bueno?

— No lo sé—. Contesta, pensándolo por unos segundos, luego susurra—. A veces me sonríe un poco extraño... debe ser imaginación mía, apenas llevamos dos semanas aquí, Xiumin.

— Solo ten cuidado ¿sí? Si pasa algo debes contármelo, y ya debo irme, tengo partido—. Xiumin le sonríe y cuelga a la llamada.

Suspira. La casa podría ser genial, casi como un sueño para cualquier adolescente, pero estaba algo vacía y de alguna manera le hace extrañar su viejo departamento, aquel que casi siempre estaba lleno de desorden y que carecía de espacio.

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