Capítulo 14: Vestigios.

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SeHun no pegó un ojo en toda la noche, le era imposible conciliar el sueño. Pasó la noche en vela con unos bracitos aferrándose a su cintura, con uñas clavándose en su piel y el cuello húmedo por las lágrimas que, aun en sueños, el hombrecito entre sus brazos no había dejado de derramar.

Pensó mucho en las palabras de JongIn, si lo hubiese escuchado desde la primera advertencia, le habría ahorrado mucho dolor a JunMyeon.

Su insomnio se debía a más de una cosa, en primer lugar, estaba el remordimiento que le carcomía hasta los huesos, sentía que nunca iba a ser capaz de perdonarse el haber logrado romper a JunMyeon así, porque así es como lucía el mayor; roto. Lo había visto llorar en más de una ocasión, pero nunca así, no con tanta pena. Sabía que sería difícil olvidarse de aquella carita, del miedo en su mirada, de la naricilla roja y las mejillas empapadas.

En segundo lugar, estaba la situación con LuHan. SeHun sabía que había cometido un gran error al seguir huyendo del chino, sabía que tarde o temprano tendría que enfrentarlo, pero no quería arrastrar a JunMyeon con él, no quería que el mayor sufriera en el proceso, y fue sumamente ingenuo al pensar que evitar a quien le había dado siete años de su vida era la mejor opción. Ahora su encuentro con LuHan era ineludible.

No había marcha atrás, conocía a LuHan muy bien, y sabía que no se había tomado nada bien que un completo extraño hubiese contestado aquella llamada, sabía que muy posiblemente en ese momento LuHan ya debía estar abordando un avión rumbo a Corea para enfrentarlo.

SeHun no se sentía listo para enfrentar a LuHan, sabía que el chino era cualquier cosa menos una persona voluble, hacerlo cambiar de opinión representaba un enorme reto, y si LuHan regresaba con la idea de recuperarlo, iba a ser difícil convencerlo de que ya no tenía a nadie para recuperar. Más a pesar de no estar listo para enfrentar a quien tanto había estado evitando, si estaba listo para luchar por JunMyeon, por su bebé. Estaba listo para demostrarle a JunMyeon que no pensaba abandonarle, que el regreso de LuHan no significaría un obstáculo en su relación, muchísimo menos una amenaza.

Sabía perfectamente que LuHan llegaría tratando de imponer su lugar, reclamándole como suyo y que muy posiblemente intentaría lastimar a JunMyeon, no físicamente, pero LuHan tenía una lengua bastante venenosa, y JunMyeon un corazón demasiado frágil.

La noche le pareció eterna. 

Suspiró de alivio una vez que los rayos del sol comenzaron a colarse a través del ventanal de su habitación, la mañana había llegado finalmente y SeHun esperaba que con ella llegara también la calma en el corazón de JunMyeon.

No quiso despertarlo, se dedicó a observar lo precioso que era, aun cuando tenía los parpados hinchados de tanto llorar, la nariz irritada y el cabello revuelto, Kim JunMyeon era definitivamente lo más precioso que había visto, y sabía que era el hombre más afortunado del mundo, pues lo tenía descansando entre sus brazos, aunque también sabía que era el más imbécil, pues le había hecho llorar hasta el cansancio.

Cuando JunMyeon finalmente despertó, SeHun se aferró a él con demasiada fuerza, pasó uno de sus brazos por la ligeramente rechoncha cintura del mayor, y posó una de sus manos en su cabecita para llevarlo hacia su pecho.

—No te vayas. —SeHun le dijo en voz baja, ahora era él quien temía que el mayor se marchara. —Por favor, no me dejes.

JunMyeon no le respondió, solo se aferró a él, restregando su carita contra su pecho y encajándole las uñas en la cintura.

—Promételo JunMyeon, por favor. —le rogó— Promete que no vas a irte. O tan solo... háblame, dime cualquier cosa,  que me odias, que soy un idiota, lo que sea, pero háblame mi amor. 

Destinado a amarte | SeHo (M-preg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora