Tormenta

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Me di cuenta que la relación que teníamos tú y yo se podía comparar con una tormenta. Y no cualquier tormenta, nuestra relación se asemejaba a aquellas tormentas que amenazan con partir el cielo.

Toda nuestra relación tenía las características de aquellas tormentas. Existían los truenos que representan los gritos; los rayos que figuran las peleas; la lluvia que remplaza a las lágrimas y el granizo que sustituye a los golpes que el corazón sufría.

A pesar de esto, no puedo dejar a un lado todas las cosas buenas que vienen después de una tormenta. Estas cosas también representaban nuestra relación y lo hacen de la mejor manera. Las nubes interpretan la calma; el sol se atribuye a las sonrisas; el gran color azul con el que se quedaba el cielo da lugar a la esperanza y, lo que es más importante, el arcoíris que interpreta al perdón.

Nuestra relación se asemejaba a las tormentas no sólo por el mal que hacía, sino porque sabíamos arreglárnoslas para no permitir que eso nos hiciera sentir mal. Sin importar nada, teníamos una relación que no se dejaba tumbar por nadie; porque tenemos aquella relación que está en constante destrucción pero que al final termina construyéndose.


-Soplar

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