Siseos

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11:50: La luz de la luna entra por tu ventana, el sonido de la lluvia golpea las láminas del techo y opaca el sonido de la televisión. Vas al baño, cepillas tus dientes y vuelves a la habitación. Apagas la tele y te cambias de ropa. Te quitas los jeans y te quedas en calzoncillos. Levantas la sábana y te metes a la cama.

11:55: Te quedas mirando al frente, recorres la habitación con la mirada y te encuentras con una sombra que no pertenece a nada. Vuelves a observar toda la habitación, no hay nada que pueda proyectar esa sombra. Regresas a donde viste la sombra, pero ya no encuentras nada. Ha desaparecido. Cierras los ojos, te convences que fue una alucinación. Prometes dejar el café antes de dormir; siempre te ha alterado. Abres los ojos y la vuelves a ver: la sombra ha vuelto. Te levantas y vas hacia donde está. Te pones enfrente de ella y ahora la luz refleja tu sombra. Regresas, volteas a todos lados y lo ves a un lado de tu cama: un hombre. Alto, fornido, oscuro. ¿Qué haces? Preguntas, pero no te responde. Hey, imbécil, te estoy hablando. Subes la voz. El hombre no te responde, sube una mano y te saluda. Empiezas a caminar hacia él, pero empieza a negar con la cabeza. Te detienes. ¿Qué diablos pasa contigo? El hombre lleva su mano a los labios y sisea. Ahora él camina hacia ti, lleva la mano al bolsillo de su pantalón y saca algo. No alcanzas a ver qué es. Retrocedes. ¡Detente! Le gritas, pero no te responde. Sigue avanzando. Logras ver qué lleva en las manos: es un cuchillo. ¡El... dinero...es...está en...mi...cartera! Logras decir, tartamudeando, pero es casi inaudible. El hombre vuelve a negar con la cabeza y te señala con la mano que donde no sostiene el cuchillo. Sigues retrocediendo, pero no lo suficiente. Se está acercando cada vez más a ti. ¿Qué quieres? Gritas. Te acorrala en una esquina, no tienes escape. El hombre da un paso largo y llega hasta ti. Levanta el cuchillo y lo pone en tu pecho. ¡Espera... empiezas a decir, pero no consigues terminarlo. El hombre sumerge el cuchillo en tu pecho dando en el centro de tu corazón. Gritas. El hombre vuelve a sisear y sumerge más el arma. Caes al suelo y mueres. El hombre sale de tu habitación y te deja ahí, tirado

12:00: Despiertas. La lluvia ha parado. Todo ha sido un sueño. Sigues vivo. Ya no hay sombras. Todo está normal. Te repites que estás a salvo. Cuando logras convencerte que todo está bien, suspiras. Cierras los ojos y cuando estás a punto de quedarte dormido escuchas a alguien siseando a tu lado.

-Soplar

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