El costo de perderte

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Me costó mucho convencerme de que te ibas, inventé mil excusas a los demás de tu partida, procuré no toparnos en las calles; hice todo lo que se puede en una ruptura, pero ahora, cuando me encuentro en el último tramo me doy cuenta de lo mucho que cuesta un punto final, de todo lo que incluye una despedida definitiva, de que no es fácil caer cuando ya no hay suelo debajo de ti y que no puedes volver a saltar porque el cielo se ha ido. 

Me tardé en comprender que nos dijimos el último adiós, batallé en entender que el corazón seguirá en mí pero que en realidad tú te lo habrás llevado, que tus ojos y tu sonrisa ya no estarán para la ventisca, que el sol saldrá pero ya no a iluminar y calentar, que la luna se esconderá sin la esperanza de volver. Te tardas en asumir que todo estará al revés, que lo que te llenaba es ahora lo que te falta, que un recuerdo puede doler más que un golpe, que vives sin la intención de hacerlo, porque aunque tengo el deseo de olvidarte, me cuesta tanto que prefiero seguir teniéndote, cada mirada seguirá en mi memoria, cada risa estará en mis melodías y cada día contigo permanecerá en mi agonía. 

Sufriré en borrarte porque me dejaste roto y cuando intenté recuperarme me di cuenta de que había un pedazo faltante, una pieza que te llevaste y que nunca voy a recuperar, pero prefiero seguir vacío a seguir llenándome con un amor no correspondido. 

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