Nuestro vínculo

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Tienes que esperar a llamarle a alguien novio para sentirte querido, tienes que decirle a alguien amigo para sentirte protegido, tienes que decirle a alguien padre para tener una familia, sientes que haces algo hasta que le pones un nombre, no valoras lo que te proveen sino lo bien que te hace sentir eso. Y esto es el problema de los vínculos, el problema de encariñarte tanto con algo que sientes la necesidad de ponerle un nombre para que de pronto te pertenezca. Y no hay ningún problema con los vínculos, pero el verdadero dilema entra cuando ese vínculo se rompe y queda el vacío. 

    Ese vacío de corazón oprimido por las noches, cuando el recuerdo está más fresco. De no poder pensar en algo porque el rostro de aquella persona se nos enfoca. De no poder dormir porque su memoria se presenta. De no estar agusto porque no hay seguridad. De ni siquiera poder llorar porque lo que pasaste fue tan bueno que no lo amerita. 

     Me gustaría formar más vínculos, tener la certeza de que el día de mañana despertaré y seguirán ahí, de que no caducarán. Me gustaría poder sonreír sin el miedo de que se me borre la sonrisa. Me encantaría poder mirar al pasado sin miedo de querer regresar. Agradecería que nuestro vínculo no se hubiera perdido, que hubiéramos peleado más y que el cariño que teníamos fuera más que una etiqueta, que realmente significara algo sin temor a que se perdiera. 

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