4- A tu lado.

731 31 3
                                    

Las personas nacemos con la capacidad de quejarnos por todo, nada está bien, con nada te conformas, no hay ese algo que llene tú alma, tus vacíos.

Dicen que no pueden aguantar ni un día en el mundo real. Esto me causa cierta gracias ya que, no podrían sobrevivir ni una noche en el mío.

Dónde cualquier cosa en exceso puede matarte o dañarte, cualquier oscuridad puede hundirte haciendo que pierdas todo en cuestión de segundos, pero, también demasiada luz, puede cegarte y hacerte volar en la nube más alta, pisoteando a todos a tú alrededor. 

Y es en esa luz cegadora en la que he vivido hace mucho tiempo, dónde sin darme cuenta he pisoteando a muchas personas.

Anahí, ese día en aquel bar me dijo ciertas cosas que había pasado por alto, haciéndome sentir una completa y total basura. Me puse en pie y me fui, no porque me sintiera ofendida, sino más bien al darme cuenta que tenía razón.

Sentí vergüenza y sinceramente no podía mirarla más a los ojos. Estos últimos días, estas semanas he intentado ser menos Dulce María, y tratar de ser más "Dulce", ya que había olvidado cómo ser una persona, "normal", pero resulta que... 

-Ser una persona está siendo demasiado complicado- pensé en voz alta, mirando a Anahí en su cocina preparar un café.

La busqué todos estos días, sin ningún tipo de éxito, cuándo me había rendido de buscarla por estos sitios, aparece su figura entre la multitud provocando que mi cuerpo se enloqueciera en sensaciones extrañas.

Nunca he tenido la necesidad de buscar a nadie, todo siempre llega fácil a mi, pero a ella desde que la vi sin hablarle, sin tocarla, desde aquel ventanal me hizo sentir Dulce, de carne y hueso, la que se puede sentir atraída por una linda chica en la ciudad sin importar de que circulo social venga. 

Es tan tierna, me enloquece, me sentí como una adolescente, que acosaba a la chica que la trae loca cuándo la seguí por la ciudad sin importar a dónde me llevaría dicha acción.

Creía que yo era una alucinación, una obra creada por su cerebro. Se que aún no se cree que sea yo, inclusive estoy segura que no sabe que rayos hago buscandola. Pero no me deja hablar con ella, cuándo su amiga Amanda se fue a duchar y por fin nos dejó a solas, decidió preparar un café dejándome aquí con una incógnita, ¿acaso me teme?, ¿me tiene miedo?, o ¿yo me estoy comportando como una completa imbécil detrás de ella?.

-¿Quieres café?- mi cerebro dejo de pensar en cuánto escuché su voz.

-Sí, quiero- sonreí estúpidamente observando su timidez.

Mi estómago es un remolino en este momento, ¿como una chica que he visto un par de veces me hace sentir ésto?. Es tan hermosa, verla venir hacía a mi provoca que mis manos tiemblen como si estuviera a punto de salir al escenario con miles de personas frente a mi.

-Toma, bueno... éste café no creo que sea ni parecido al que estás acostumbrada pero, es lo que te puedo ofrecer- bajo la cabeza con sus mejillas coloradas, ¿cómo diablos alguien puede ser tan tierna en éste mundo?.

-No te preocupes, este café es perfecto, ninguno se va a comparar con el que tú preparas.

-No estés tan segura, aún no lo pruebas- tomó asiento a mi lado, observando mi rostro con una sonrisa.

-Mmm, tienes razón- con los ojos cerrados acerqué la taza de café a mi nariz absorbiendo su aroma, al abrirlos la observé a ella que seguía mirándome con timidez- ¿Estás lista para la verdad?.

-Lista- sonrío.

-Esto huele muy bien, ok aquí vamos- esta vez llevé la taza a mi boca, probando al fin tan delicioso café caliente- Ummm, rico- la miré- Esto está delicioso, ¿sabes cuánto tiempo llevó de no tomar un café hecho en casa?.

¿Y si nunca te hubiera conocido?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora