13 Acercamiento

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Pasó casi un mes y parecía ser que Yoon Gi y Jung Kook habían forjado una extraña amistad.

El rubio se seguía escapando muy astutamente de su cuarto para ir hasta el del pelinegro y proponerle jugar a algo. Era muy aburrido estar encerrado en ese cuarto y más porque ahora la enfermera Kim estaba de licencia y de vez en cuando (pero muy poco) el anciano iba a verlo; según le decía, estaba muy ocupado.


—Ya no me quieres, me has olvidado como un perro moribundo —hablaba Yoon Gi mirando su reflejo en la ventana—.Te odio...


Siempre trató de no encariñarse con nadie porque sentía que lo abandonarían; y estaba casi en lo cierto.

Ahora que conoció a Jung Kook, o como le comenzó a llamar él, Kookie, sus días ya no eran tan tristes ni grises.

A pesar de que en ocasiones se acababan peleando, porque Kook le gritaba a Yoon Gi que se callara y no le hablara porque su voz molestaba a ese tal 616, aún así, podía decirse que eran compañeros.

Esa noche, eran casi las tres de la madrugada y el rubio andaba merodeando por los pasillos libremente.

Se coló una vez más en el cuarto de Kook y éste estaba despierto, sentado en la cama jugando con sus dedos.


—Hola—habló Yoon Gi por lo bajo—Mira lo que traje.


Se acercó hasta la cama del niño y se sentó a su lado. Puso un pequeño librito que traía con él sobre las sábanas y pasó su dedo por la tapa.


—¿Qué es esto?—preguntó Kook frotando sus ojos con sus puños.


—Un libro... —lo miró —Pero no es un libro cualquiera, ni es un cuento.


—¿Es un libro de terror? —puso cara de pánico y agarró las sábanas para cubrirse—No me gustan...


—No, no es de terror. Habla sobre números.


Yoon Gi agarró las sábanas para cubrirse junto al niño y poder leer. Encendió una pequeña linterna y alumbró las páginas.


—¿De dónde sacaste el libro?


—Lo encontré en el fondo de una de las estanterías, donde guardan los juegos de mesa—contestó el rubio sin dejar de mirar el libro —Así descubriré quién es 616.


Jung Kook no estaba contento, para nada. Sentía miedo. Agarró el libro, cerrándolo y lo escondió tras su espalda.


—No... Basta. No leas esto.


—¿Qué te pasa?—frunció el entrecejo y trató de tomar el libro—.Dámelo, es mío.


—Dije que no.


Yoon Gi trató de tomar su libro como pudo, se abalanzó sobre el pelinegro y ambos forcejearon. El cuerpo de Yoon Gi estaba muy pegado al de Kook, el menor pataleaba para tratar sacárselo de encima pero no pudo, lo único que logró fue ponerle una mano sobre la cara y presionar para empujarlo.


—Yo...Yoon Gi, para.


—Dame, dame mi... Libro—dijo ya algo cansado.


Kook acabó por tirar el libro al suelo, lanzándolo lejos del alcance de los dos. Las manos del rubio se apoyaron ahora a cada lado de la cabeza del pelinegro y lo miró de muy cerca a los ojos, con el ceño fruncido.


—Jung Kook, eres un tonto—susurró el rubio fingiendo una voz para asustarlo, acercándose al rostro del niño.


Los ojos del mas pequeño se cerraron con fuerza, y al hacerlo sintió como los labios del rubio chocaron con su mejilla y luego se alejaron.

Le  dio un pequeño beso.


—¿Por qué hiciste eso?— Kook abrió sus ojos y tocó su mejilla derecha, sonrojado y muy confundido.


—No sé... Yo sólo quise—dijo y se alejó un poco de él.


Jung Kook lo miró y parpadeó varias veces, pero no le molestó. Era la primera vez que otro niño de daba un beso. Los labios de Yoon Gi eran suaves al tacto, agradables. Nunca había sentido ese tipo de cariño porque no recordaba nada de su familia, suponía que aquel gesto significaba que le importaba y le tenía aprecio.

Después de eso, el menor sintió la necesidad de abrazarlo. Quería sentir la calidez y lo que provocaba encerrar a alguien entre sus delgados bracitos. Llevó sus manos hacia la espalda huesuda del rubio y lo apretó suavemente.

Pero en un momento sus dedos pellizcaron con fuerza la blanca piel de Yoon Gi, como si tratara de arrancarla, enseguida se quejó y se alejó de él.


—¿Qué estás haciendo? —trató de incorporarse pero Kook seguía pellizcando su piel—¡Me haces daño, para!


Su palidez pasó a ser de un color rojizo. Kook enterró tanto sus uñas en él que incluso consiguió sacar sangre.


—¡Jung Kook, me duele!


Después de ese grito, Kook parpadeó varias veces y soltó sus manos de Yoon Gi, dejándolas suspendidas en el aire. Se quedó mirándolo confuso, perturbado, como si no supiese lo acababa de hacer.


—Yo...—balbuceó—Yo no quise... Lo siento.


Yoon Gi se levantó de la cama, agarró el libro y salió corriendo por la puerta.

Se había asustado, nunca antes algo así le había pasado. La mirada del pelinegro se vio ida, como si no estuviese en la Tierra. Fue algo realmente aterrador.

Pyromaniac [SuKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora