30 Contención

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Yoon Gi volvió a su casa totalmente irritado, molesto, lleno de sensaciones desagradables para su cuerpo.

Una vez que entró a su cuarto, tiró el collar sobre la cama y se sentó en el borde de ésta. Tapó su cara con ambas manos y las frotó contra sus mejillas.

Estaba volviendo a sentir esas horribles ansias de tomar algo y quemarlo. La ansiedad y la frustración invadían su cuerpo; necesitaba su droga, su fuego.

Hacía un tiempo que lo estuvo controlando, porque su vida había sido, dentro de todo, tranquila. Ya no era ese niño de 11 años al que no le importaba nada con tal de ver algo arder. Era un adulto y sabía que no estaba bien.

Cerró sus puños con fuerza; se levantó de golpe y fue hasta el baño. Se obligó a encerrarse si no quería que las cosas dentro de ese apartamento se volvieran cenizas.

Lavó su cara con agua fría, mojando también un poco su cabello.

Estaba desquiciado.

Se apoyó con la cabeza gacha sobre el lavamanos y dejó caer unas lágrimas de rabia.

—No sé qué debo hacer—habló consigo mismo.

Debía haber alguna solución. Tenía la esperanza de que así fuera. Y si bien esa mujer le dijo que no, él inventaría la forma de solucionarlo.

Salió entonces del baño, cuando se sintió más calmado. Agarró de nuevo ese collar y se lo colgó al cuello

Se tumbó sobre la cama y trató de dormir un poco.




Al otro día despertó temprano para ir al trabajo. Una vez allí, buscó que la señora Choi no estuviera cerca para poder ver algunos libros.

Fue al almacén y rebuscó entre muchos papeles y libros viejos. Encontró uno que le resultó interesante y lo inspeccionó.

No era exactamente lo que buscaba, pero hablaba sobre rituales (algo que aquella mujer le mencionó). Todo lo que leía le revolvía el estómago. Eran cosas impensadas, macabras y extrañas. Ya no quería seguir leyendo más.

Pero algo entre todas esas palabras llamó su atención. El título ponía
"ofrendas a Satán". Leyó un poco de ese párrafo y supo que era lo que necesitaba.

Hablaba de cómo entregar algo a Satán para, a cambio, conseguir poder.

Según más leía, creía comprender. Pero lo que no comprendía era quién podía haber hecho algo así a Jung Kook. Se suponía que, para obtener ciertos poderes, debía sacrificarse algo importante, darlo como ofrenda.

El alma de Jung Kook había sido ofrecida a cambio de quien quiso ese poder.

—"... Como ofrenda se entregará el alma de un ser humano puro en su temprana edad. Podrá ser manipulado, pero nunca tocado hasta el día de su muerte. En el transcurso del tiempo, Él permanecerá por siempre a su lado. Cuando llegue ese día consumirá su alma y aquel que lo ofreció como sacrificio podrá resucitar..."

Yoon Gi siguió leyendo un poco más y de pronto se detuvo en una frase.

—"Si aquella alma deja de ser pura, deberá ser consumida al cumplir los 20 años de edad"

Su corazón de inmediato se detuvo. Contó rápidamente para calcular la edad de Jung Kook y sintió como si el aliento lo abandonase.

Guardó de inmediato aquel libro en su bolso y salió corriendo del lugar.

Sólo le quedaba un año, nada más. Por eso suponía que 616 lo alejaba, no quería que supiera, porque estaba esperando para matarlo, para que el alma de Kook fuera suya.

Yoon Gi entró en desesperación.

Corrió por la calle, empujando a quien se le cruzaba por el medio sin importarle nada.

Iba a salvarlo. Iba a protegerlo, como fuera. Si acaso él mismo debía de morir, lo haría.

Pyromaniac [SuKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora