22 Encuentro

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Era por la tarde y Jung Kook quería salir a dar una vuelta. Era una de esas pocas veces que tenía ganas de estar en otro lugar que no fuera su casa.

Le preguntó a la anciana un lugar cercano donde poder buscar libros interesantes para comprar. Le gustaba leer porque lo distraía y lo llevaba a mundos ficticios, alejados de la cruel realidad y de sus preocupaciones.

Observó la dirección en el papelito y buscó su chaqueta y bufanda.

Aquellos días eran más fríos de lo normal, el invierno aún no comenzaba, pero amenazaba con futuras nevadas.

Salió de su casa y fue caminando lentamente mientras observaba a su alrededor. Le era difícil poder mirar a las personas; tenía una cierta fobia a la multitud y al sentirse observado, pero poco a poco trataba de acostumbrarse a ello.

Unos pocos minutos después llegó. Era una librería pequeña, pero se veía agradable por fuera.

Entró con timidez y observó alrededor. Muchas estanterías, llenas de libros listos para ser leídos.

Una mujer, tras un mostrador, le dio la bienvenida a la tienda. Jung Kook sólo le sonrió amablemente y empezó a buscar algo que le llamara la atención.

Buscó en la categoría de historia, política, ciencia... Hasta que llegó a la de literatura fantástica, justo lo que anhelaba.

Tomó un libro para leer a ver de qué se trataba y si valía la pena comprárselo.

Estuvo leyéndolo, totalmente concentrado, cuando de pronto algo chocó con su codo, o más bien, alguien.


—Disculpa—dijo un chico de cabellos rubios que llevaba unos cuantos libros en sus manos.


—Descuida...


Jung Kook lo miró. Miró a ese chico a los ojos y éste hizo lo mismo.

Ambas miradas se quedaron suspendidas en el tiempo. Nada más que ellos dos existían en ese preciso instante.

El corazón de Jung Kook se detuvo. Conocía esos ojos, esa nariz, esos labios, el cabello rubio, la pálida piel... Creía que estaba soñando.

¿Era realmente un sueño?

No, era la realidad.


—Yoon Gi...—pronunció aquel nombre con cuidado, como si cada letra fuera a romperse —¿Eres tú?


El rubio dejó caer algunos libros al suelo. Sus manos temblaron, flaquearon.

Era realmente él. Lo era.


—Jung Kook.


12 años habían pasado y podían reconocer sus rostros a pesar de todo ese tiempo.

Fue una rara coincidencia el encontrarse en un lugar como ese, cuando ambos habían estado pensando en el paradero del otro.

Los ojos de Jung Kook se cristalizaron. Sintió una fuerte presión en el pecho. El impulso y la emoción lo llevaron a lanzarse contra ese cuerpo que tenía en frente.

Lo abrazó con fuerza y lloró.


—Yoon Gi, Yoon Gi...—repitió entre lágrimas, queriendo ocultar su rostro contra aquel huesudo hombro.

Pyromaniac [SuKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora