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¿Por qué debía soportarlo?

Era más fácil para él ofrecer a otro y vivir su vida tranquilo.

Pero no debía, ni quería que fuera Yoon Gi.


—¿Por qué no puede ser otra persona?—preguntó el menor aferrándose al otro cuerpo.


Ahí estaba el gran problema. Esas palabras que Yoon Gi se guardó en su cabeza y no leyó en voz alta, ahora debía decirlas.


—Sólo un ser querido puede hacerlo.


El corazón de Jung Kook estaba deshaciéndose de a poco; sintió cada pedazo caer y chocar como si fuera un frágil vidrio, tan frágil como lo era él.

La vida era injusta. Y la muerte también.


—No quiero—susurró en voz baja—.No te dejaré hacer esto.


Yoon Gi volvió a sonreír para sí mismo, triste. Su cara no podía reflejar más que dolor, angustia...

No tenía idea de cómo iba a hacerlo. Suponía que en el momento adecuado, debía alejar ese collar y así llamar la atención de 616 y ofrecerse a cambio de Kook.

Y antes de hacerlo, quería poder darle todo a Jung Kook. Lo agarró de la cintura y lo nombró para que lo mirara; le dio un beso leve y luego otro y otro más.

Sus lenguas se encontraron desesperadas, saboreándose el uno al otro. Jung Kook sintió calor en sus mejillas y sus manos fueros camino a acariciar las de Yoon Gi, tan suaves y tan pálidas.

Siguieron besándose profundamente hasta caer sobre la cama. Jung Kook quedó bajo el rubio, observando sonrojado cómo se quitaba su playera y dejaba expuesto ante él un torso delgado y blanco.

Yoon Gi le quitó luego la prenda al pelinegro y besó su frente, bajó por su nariz hasta dar con sus labios, donde se detuvo y dio un corto beso.

Seguido, Yoon Gi escondió su rostro sobre el hombro de Kook. Éste lo abrazó con fuerza, pudiendo sentir de ese modo sus latidos.


—Jung Kook...—susurró el rubio, levantando su rostro hasta mirarlo a los ojos—.Te haré el amor.


Las mejillas del pelinegro se tiñeron totalmente de rojo, notó a la perfección su corazón acelerarse de repente. No supo qué decir o qué hacer.

Las manos de Yoon Gi bajaron hasta quitar sus pantalones y seguido los del menor. Éste tapó su rostro completamente avergonzado. Era la primera vez que sentía algo así. La excitación, las ganas porque ese rubio a quien amaba lo tocara...


—Eres hermoso—sonrió Yoon Gi mirando su gesto tímido.


Le descubrió el rostro con cuidado y lo miró. Para él era el ser más bello que podía existir; tan inocente, sensible y tan fácil de lastimar.

Yoon Gi introdujo un dedo en aquella entrada, luego otro más. Y cuando sintió que estaba listo, lo penetró. Lo hizo con cuidado, abrazándolo y besando sus labios. Sabía que Kook sufrió una mala experiencia y sólo quería tapar esos sucios recuerdos que debía tener, para que supiera lo mucho que lo amaba y le importaba.

Su cuerpo se movió sobre el otro, despacio. Kook también seguía los movimientos, pero aún tímido por aquel acto. De igual modo acarició la espalda del rubio y en ocasiones la apretó un poco con sus dedos ya que sentía un poco de molestia.

Apenas la luz del día se estaba marchando, dejando entrar esos rayos anaranjados iluminado sus cuerpos.

Jung Kook gimió con cada movimiento. Sintió escalofríos y su cuerpo estremecerse. Ahora ya no sentía dolor.

Ambos se miraron a los ojos en ese momento en que el placer llegó a su límite.

Yoon Gi se dejó caer sobre el cuerpo de Kook y éste lo contuvo entre sus brazos. Su pecho subía y baja agitado.


—Te amo, Jung Kook—dijo el rubio acariciando los cabellos negros hasta enredarlos entre sus finos dedos.


Jung Kook no pudo responderle. Sus ojos se habían cerrado unos minutos después. Pero no importaba, porque Yoon Gi sabía que él también lo amaba.

Y ese día acabó así. El sol terminó por esconderse, dejando aquellos dos cuerpos que no se soltaban, sumidos en la oscuridad.

Pyromaniac [SuKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora