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Kook había quedado solo en esa enorme casa. La mujer que lo adoptó falleció de un paro cardíaco a sus 67 años.

La herencia que le había dejado lo salvó de quedar en la calle, sin dinero. Él no salía de casa debido a su miedo a la multitud. No le gustaba la ciudad, le resultaba todo muy ruidoso.

Lo único que hacía era dedicar su tiempo a pintar cuadros y tocar el piano, improvisando. No terminó sus clases y quien le estuvo enseñando nunca volvió, así que tocaba de oído y ayudándose de lo poco que recordaba.

Lo bueno era que seguía teniendo a Yoon Gi con él. Sabía que no lo abandonaría nunca.

En los tres meses pasados, todo seguía igual con 616. Estaba a su lado, pero no hacía nada más que observarlo, como si esperase algo.

El único problema que había y del que Kook estaba realmente preocupado, era la actitud de Yoon Gi.

Lo veía muy poco, y cuando lo hacía, él se marchaba de su lado, excusándose con cosas sin mucho sentido.

Yoon Gi ya no controlaba su ansiedad. Y la situación con Kook lo empeoraba todo.

Su cuerpo reaccionaba mal. Sus pulsaciones se aceleraban, sentía una presión en su pecho muy grande, sus manos sudaban y las apretaba en un puño como si eso pudiese calmarlo.

Él se marchaba. Kook no sabía a dónde, ni tampoco le quería preguntar.

Todo lo que Jung Kook quería era esperar ese día en que su vida llegara al final. No sabía hasta cuando duraría la espera. No tenía idea de lo que le esperaba.

Yoon Gi nunca le dijo que su vida terminaría cuando cumpliera los 20 años. No le dijo porque no quería preocuparlo y porque su idea era buscar desesperadamente otra solución que no fuera sacrificarse él.

El menor era consciente de eso, de que para librarse de 616 alguien debía ofrecerse como sacrificio. Y después de hablar mucho con Yoon Gi, lo acabó convenciendo de que no debía ser él.

Las cosas podían salir mal. Yoon Gi no podía creer solamente en lo que le dijera un libro.

¿ Y si era mentira? ¿A qué resultado trágico lo llevaría eso?

Ya no quería creer en nada. Pero no creer lo estaba volviendo loco. No tenía su medicación y eso no era bueno.

Cada noche salía a caminar lejos, a un descampado lleno de chatarras. Iba con su encendedor en mano y se descargaba quemando cosas.

No, eso no era bueno. Lo sabía perfectamente. Podía herir a alguien, provocar un gran accidente. Pero a pesar de saberlo, le daba igual.

Mientras veía cosas arder, lloraba. No sonreía ni sentía satisfacción como otras veces. Le dolía todo, estaba cansado mentalmente y no podía encontrar una forma de salvar la vida de Jung Kook.

Muchas veces pensaba en lo mismo. ¿ Por qué las personas a las que quería se acababan yendo de su lado?

El Dr.Kim... Ese hombre que fue como un padre para él, su única familia. Siempre lo recordaba.

Jung Kook... Lo que menos pesaba que ocurriría en su vida, simplemente llegó con él.

El amor.

Y ahora todo se pintaba de gris, todo era engorroso, una miseria.

Además había algo que seguía dando vueltas en su cabeza. Aquellas palabras que decía el libro sobre que el afectado debería ser consumido por su temor...

¿A qué le temía Jung Kook? Nunca lo supo, ni tampoco le preguntó.

Ya no sabía en qué confiar. Si todo salía mal, arruinaría la vida de Kook para siempre y eso no se lo perdonaría jamás.

Yoon Gi estaba perdido y el tiempo no esperaría a que tomara una decisión.

Pyromaniac [SuKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora