28 Sueño III

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Se encontraba en una sala poco iluminada. Sólo una lámpara alumbraba la mesa frente a la que estaba sentado.

A su alrededor habían velas dispersas por el suelo y, en el centro de esa mesa de madera rústica, había dibujado un símbolo.

Un pentagrama invertido.

Jung Kook intentó levantarse de la silla, pero vio que sus manos estaban atadas con cadenas. Miró otra vez a su alrededor, totalmente aterrado.

Cerró sus ojos para saber que cuando los volviera a abrir, estaría en su casa de nuevo.

Pero no. Cuando sus párpados dejaron paso a sus pupilas, frente a él apareció una mujer.

Su cabello era liso y largo, negro. Sus ojos grandes y largas pestañas los adornaban. No se veía bien, estaba muy pálida y tenía su mirada fija en el centro de la mesa.

Ella se paró del asiento y extendió sus brazos hacia los lados, miró hacia el techo y abrió su boca, como si fuese a gritar.


—¡Da mihi virtutem. Tolle ergo filium meum! *


Kook se sobresaltó y la miró aterrado. No comprendía ese idioma, no era coreano. Le daba escalofríos ver esa extraña escena, sobre todo porque esa mujer estaba embarazada.

Seguía repitiendo una y otra vez la misma frase. Y cada vez lo hacía gritando desesperadamente, agarrando sus cabellos hasta jalarlos.

No entendía lo que ocurría. La siguió mirando por un rato más, observando sus acciones.

Ella se tomó del vientre y se acarició, mientras seguía llorando desconsolada.


—Mi niño...—susurró mirándose. Luego alzó la vista y sus ojos chocaron con los de Jung Kook—Lo siento tanto...


Las luces de pronto se apagaron y la oscuridad recorrió cada parte del cuerpo de Kook. Sintió una brisa congelada acercándose por su espalda, unas manos que tocaban su hombro, lo acariciaban y bajaban por sus brazos de una manera bastante sensual.

Esas manos no se sentían suaves, para nada. El tacto era extraño y no le agradaba. Las uñas rozaban su piel mientras iba descendiendo hasta tomar sus manos. Un aliento caliente viajó por su cuello y subió hasta su oído.


Eres mío, Jeon Jung Kook.


Él corazón del joven se aceleró estrepitosamente. Movió sus ojos hacia un costado para poder ver quién fue la persona que le susurró de aquel modo tan posesivo, pero no logró encontrar nada.

A pesar de que no podía ver, no dejaba de sentir esas manos acariciándolo. Ahora se habían metido bajo su camisa, palpando cada parte de su abdomen, como examinándolo.

Le estaba asqueando ser tocado de esa manera, le traía muy malos recuerdos.


—Déjame...—dijo en un débil tono de voz.


Algo tiró de su cabello hacia atrás; le dolió y se quejó. No abrió sus ojos porque tenía miedo de saber lo que en realidad ocurría. Su cuello ahora sintió unos labios pasearse por él y la punta de una lengua saboreando su piel.

No pudo soportarlo más y abrió rápidamente sus ojos. Y lo que vio lo repugnó; la cara de ese tipo lo miraba con lujuria, con ganas de hacerle miles de cosas

Viajó años atrás y se sintió una basura. Ver ese rostro de aquel depravado que lo había violado cuando tan sólo tuvo 7 años de edad, revolvió su estómago, su alma, todo dentro de él.


—¡No me toque!—gritó el pelinegro, revolviéndose en el asiento.


El tipo rio a carcajadas y sacó una jeringa, la cual clavó sin previo aviso en el cuello de Jung Kook, haciendo que su cuerpo se durmiera.

Aprovechó el estado de vulnerabilidad en que se encontraba Kook y bajó la cremallera de su pantalón.

Dijo unas palabras que el menor no alcanzó a entender y se relamió obscenamente.


—¡No! ¡No me toque!


Su cuerpo cayó en la parálisis y en ese momento supo lo que pasaría.


—¡No!


Se levantó agitado, llorando y agarrando con fuerza las sábanas.

Fu la peor de las pesadillas que había tenido hasta el momento. Fue horrible que en ese sueño se mostrara lo que en realidad de niño nunca notó con aquel desgraciado.

Ya no quería saber nada. No dormiría nunca mas si seguía soñando esas cosas.



*Da mihi virtutem. Tolle ergo filium meum: Dame tu poder. Llévate a mi hijo.

Pyromaniac [SuKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora