Capítulo 12

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Ahora

El chico más hermoso que he visto en toda mi vida está justo frente a mí, es muy alto y musculoso, calculo que tiene que ser como seis años mayor que yo, su cabello es rubio y algo rizado, sus ojos son de un gris intenso, me parece extrañamente familiar pero no puedo recordar de dónde, tiene una enorme y brillante sonrisa, se le marcan un hoyuelo en cada mejilla.

Me mira como si me conociera de toda la vida, trato de aguantar el impulso de mirar a mi alrededor para ver si de verdad está hablando conmigo, pero sería estúpido ya que estoy en las partes más alejadas del parque y prácticamente no hay nadie.

Las personas que son al extremo de guapas me ponen nerviosa porque siento que me juzgan por ni ser tan perfecta como ellos, sé que no soy fea, solo que soy común.

Físicamente hablando.

-Hola- susurro incómoda, trato de evitar su mirada así que veo a Oliver que mira al chico con curiosidad y recelo, su sonrisa se va apagando hasta que me mira con una mueca.

-¿Me recuerdas? Soy yo ángel.

-Creo...creo que me confundes de persona.

-Oh por la diosa, no puedo creer que tú...- él se pasa sus manos por su cabello, me sujeta mi brazo con una de sus manos y con la otra toma mi barbilla obligándome a mirarlo.- Mírame ángel, recuérdame por favor.

Siento como unas corrientes eléctricas recorrer mi cuerpo y acentuarse donde sus manos me tocan, mi corazón late rápidamente y se me corta la respiración, me comienza a doler la cabeza es como si algo quisiera salir pero lo retienen.

-Ah- gime de dolor el chico, bajo la mirada para ver a Oliver mordiéndole fuertemente los tobillos.

-¡Oliver!- exclamo avergonzada, lo tomo en mis manos y evito mirar al chico- creo que te equivocas de persona, lo siento.

Y salgo corriendo.

Observo a mi mate correr alejándose de mí, me siento un poco mal pero tengo el consuelo que de por lo menos la encontré, ahora la enamoraría y la ayudaría a recordar todos nuestros momentos juntos durante sus primeros cinco años de vida.

-Olivia no te recuerda- susurra Rose detrás de mí.

-Lo sé, pero no me importa, la conquistaré.

-No te parece raro que se comportó mucho más tímida ahora que cuando te conoció con tu otro cuerpo.

-Sí, casi no me miró.

-Ella está tan cambiada, nunca fue tímida, era demasiado habladora y traviesa, pero esta Olivia es callada y nerviosa ¿Por qué?

-No lo sé, pero lo averiguaré.- salgo corriendo detrás de ella y fácilmente la alcanzo.

La observo desde lejos, ella está sentada cerca de la fuente jugando con Oliver, le lanza una pequeña pelota y el pequeño pero feroz hurón la busca y se la trae, es la cosa más extraña que he visto, sin embargo es gracioso ver como Olivia se frustraba al ver como su mascota se distrae con todas las cosas brillantes y estuvo a punto de quitarle un brazalete de diamantes falsos a una adolescente.

Después de un rato me acerco y me siento a su lado, ella inmediatamente se tensa.

-Oye, lo siento mucho por lo que pasó hace un rato- me disculpo tratando de aligerar el ambiente.- Sé que fue incómodo.

-No hay problema- dice con la mirada en Oliver que se acerca mirándome con furia.

-Aquí está la pequeña fiera- comento y ella suelta una risita que hace que se me detenga el corazón por unos segundos.

-Lo siento por eso- me mira sonriendo tímidamente y me siento el hombre más afortunado del mundo solo por ver su hermosa sonrisa.

-No importa, es un gran protector.

-Sí, el veterinario siempre se sorprende por lo inteligente que es.

-¿Siempre vienes aquí?

-Sí.

No pude evitar quitarle las gafas para ver sus ojos color violeta, ella se sonroja y yo le sonrío con ternura, arranco una pequeña flor y se la pongo en su cabello.

-Eres tan hermosa- le acaricio rápidamente el puente de su nariz espolvoreada con pequeñas pecas.

-Dios ¿Qué tiene todo el mundo hoy?- susurra para sí misma mientras se coloca nuevamente sus gafas y se aleja- Soy invisible y de un momento a otro los chicos se me acercan.

-No lo sé, pero para mí nunca serás invisible- ella se sonroja duro y yo sonrío.

-Me tengo que ir, ya es tarde.

-Te acompaño.

-No, no es necesario- dice muy rápidamente.

-Claro que sí, tengo que saber que llegaste sana y salva a casa.

-Creo que es mejor que me vaya sola.- murmura cargando a Oliver que se durmió cansado de jugar.

-De acuerdo- digo dándome por vencido, no quiero presionarla.

Sin embargo ninguna fuerza del mundo puede evitar que le dé un beso en la punta de su nariz.

-Adiós- le susurro

El ángel del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora