Seres Queridos

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Ante los insistentes timbres, Emma se levantó de su cómoda cama, seguida de un “Ya voy” en voz alta y malhumorada. Odiaba que alguien le interrumpiera mientras estaba dibujando por que según ella, se perdía el hilo de la concentración. Y en efectiva, es cierto. Emma miró por el huequito de la puerta, viendo quien era el visitante y lanzó un gritito emocionada al saber que era Edward. Se soltó el cabello y se lo acomodó para no lucir tan despeinada y acto seguido, abrió la puerta. Edward estaba allí, parado, con una gran sonrisa en sus labios.

-          Volví- musitó.

Emma lo abrazó con fuerza, acurrucando su cabeza entre el cuello de él. Edward la abrazó de vuelta, dando besos en la coronilla de su cabeza. Emma ya sentía las mejillas entumecidas de tanta alegría y estaba tan emocionada que podía jurar que se había puesto de todos los colores.

-          Te he extrañado muchísimo- confesó ella, haciéndolo entrar.

-          Yo aún más- respondió él.

Edward se había acercado a ella para darle el beso que se merecía luego de tres meses sin verla. Emma rodeó los brazos en su cuello, pegándose más hacia él. Edward solo pudo rodear su delgada cintura mientras saboreaba sus labios, recordando aquel sabor que tanto le gustaba. Se separaron, y ella le dio un beso corto, seguido de una sonrisa.

-          Tienes que contarme todo lo que han hecho- le dijo ella, invitándolo a sentarse en uno de los muebles.

-          Pero ya te he contado algunas cosas- dijo él, dejándose caer en el mueble.

-          Exacto, “algunas cosas” pero no todo.

-          Eres muy astuta- dijo él, riendo-. Bueno, para resumirte todo, puedo decirte que me fue genial. Estar en tour es lo mejor que pudo haberme pasado, además de que fui a estaciones de radio, sesiones de fotos, entrevistas y de que Andy se quemó el cabello.

-          ¿Andy qué?- preguntó incrédula para luego echarse a reír.

-          Si, el muy inventador quiso “alisarse” el cabello y terminó quemándoselo.

-          Oh por Dios- exclamó ella sin dejar de reír-. ¿Y por qué se alisaría el cabello?

-          No lo sé- respondió Edward encogiéndose de hombros-. Podrías preguntarle.

-          Y lo haré- dijo ella decidida-. Sabes que no tengo pelos en la lengua para estas cosas.

-          Lo tengo muy en claro…!Oh! se me olvidaba- se acordó Edward-. Te he traído recuerdos.

-          ¿Recuerdos?- repitió ella a la misma vez que lo miraba apenada-. Eddie, te he dicho que no te molestaras.

-          ¿Y por qué habría de molestarme? Eres mi novia y tú te mereces esto y más- dijo como punto final mientras su novio le entregaba una gran bolsa verde.

Emma cogió la bolsa sonriendo un poco apenada. Le gustaban los regalos pero solo cuando los merecía, es decir: en su cumpleaños y en navidad. No era una chica que le gustaba que le regalaran todo, para ella, las cosas se conseguían con esfuerzo.

-          Pero hoy no es mi cumpleaños, entonces…

-          ¿Entonces puedes abrir el regalo que te compré, no es así?- le preguntó Edward, alzando una ceja pero sonriente.

Emma rodó los ojos. Definitivamente Edward no tiene reparo. Rasgó con cuidado las cintas adhesivas y desdobló el papel brillante, para luego ver cajas de colores policromados de faber castle comprados en Alemania, además de muchos materiales de dibujo que en Inglaterra era difícil de conseguir. Emma abrió la boca debido a la sorpresa, sin poder creerlo.

The Styles Twins: Against Destiny (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora