Capitulo 7.

6K 345 4
                                    

Al terminar mi baile, baje del escenario algo avergonzada. Brais Duncan está aquí en este club porque precisamente tuvo que elegir este club habiendo tantos clubes en Chicago, a una esquina alejada del escenario donde nadie me podía ver por el poco alumbramiento, observe a Brais que venía acompañado de Xavier los dos estaban de traje, supuse que habían salido del trabajo y se dirigieron aquí. Al pelirrojo siempre lo veía en este club algunas veces solicitaba un baile privado con algunas de las chicas.

-¿A quien espiamos?

Asustada gire bruscamente la cabeza mirando a Marco, un suspiro de alivio salió de mi boca, él arqueo sus cejas esperando una respuesta.

-no espiamos a nadie

-pobre niña inocente, Marco sabe cuando alguien esta mintiendo -afirma moviendo sus cejas de arriba hacia abajo -sé que estabas mirando al guapote de la mesa 10.

-no lo estaba mirando-negué con la cabeza

-mis ojos saben lo que ven cariño

Bufe alejándome de él, Marco es un gran metiche. Mete su asicó donde nadie lo llama. No le daría el gusto de decirle que estaba en lo correcto. Veo a Ana corriendo hacia mí dirección con apuro.  Ella es la encargada de avisar a las chicas cuando un cliente esta solicitando algún baile privado en unas de las habitaciones.

-El señor Hugo quiere que vayas a la habitación 7 - informa para macharse de la misma forma que vino y sin escuchar mi respuesta.

-------



Escuche la puerta abrirse, el paso del cliente imponía confianza. Estaba en el baño meditando, tratando de no ponerme nerviosa como siempre. Tengo que mostrar mi seguridad ante cualquier cliente y no debo dejar que mi intimiden.  Con un suspiro salgo del baño encontrándome con la mirada penetrante de Brais Duncan, quede atónica. El estaba  ahí sentado al borde de  la cama con los hombros relajados.

Parpadee varias veces para estar nuevamente conectada a la tierra, la garganta lo tenia seca en este momento, que vergonzoso. El miedo y la vergüenza inundaron mi mente.

-no quiero que me bailes - murmura el castaño.

Brais logra quitarme del tormento que tenia en mi mente en ese instante. Lo mire algo confundida no podía hablar con él o reconocería mi voz al instante.

-mi amigo pago para que me hagas un baile privado, seria el regalo atrasado de mi cumpleaños, pero yo no quiero que lo hagas - suspiro poniéndose de pie retrocedí unos pasos - solo quedémonos unos minutos para que piense que me estoy pasando de lo más genial aquí.

Solo asentí, el arqueo una ceja mirándome ¿algo confundido?

-¿tienes prohibido hablar?

Negué con la cabeza, no me reconoció eso es un gran alivio para mi corazón.

-¿acaso eres muda?

Mordí mi labio ocultando una sonrisa y volví a negar con la cabeza, el solo asintió mirando la habitación. Todas las habitaciones del bar tiene las luces de neón, una cama matrimonial, una mesa con un tubo para el baile, un baño y comida. 

-entonces estaremos aquí sin hablar-alce los hombros en modo de no saber que responder a su pregunta.

Busco una bata para ocultar mi cuerpo, él solo se me queda mirando.

-¿por qué traes a tu hija en estos lugares?

Abrir los ojos como platos sorprendida por su pregunta, apreté los labios desviando la mirada de él, no sabía que responderle o mejor dicho no sabía cómo responderle. ¿Quién le habrá comentado que antes Lili venia por aquí? esa pregunta rondo por mi subconsciencia.

-no eres como las otras bailarinas-lo mire de nuevo arqueando las cejas-Xavier, mi amigo que pago por este baile privado - hablo haciendo comillas con los dedos - me cometo que no te acuestas con los clientes, que solo les ofreces un baile y listo, seguro que unos que otros de tus clientes quisieron forzarte a hacer algo en contra de tu voluntad ¿cierto?

Asentí recordando cuando un señor me forzó para tener relaciones sexuales con él. Me ofreció una suma de mucho dinero. Yo no trabajo de ese modo en este bar.

Brais se puso de pie acomodándose su traje negro, paso sus dedos por su cabello desordenándolo un poco.

Brais Duncan debe ser arrestado por ser jodidamente caliente pensé mordiéndome el labio, que estaba pensando. Me estoy volviendo loca por pesar de esa madera sobre él.

-un placer conocerte señorita -sonrió de lado-espero que nos volvamos a encontrar nuevamente.

Me guiño un ojo y salió de la habitación dejándome sola.

EXÓTICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora