Capitulo 31.

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El castaño acomoda su mano cálida sobre mi muslo con un brusco movimiento aparto mi pierna. El desvió por un momento su vista de la carretera para mirarme confundido. Hacia mucho frio, mi nariz estaba frio y mis manos igual. Tenia puesto la enorme campera de Brais para abrigarme del frio.

-¿pasa algo?-pregunta volviendo su atención en el camino.

-solo estoy cansada

El solo asintió y no volvimos a hablar durante todo el camino, solo se escuchaba la emisora de la radio, el silencio era incomodo entre nosotros ahora, solo necesitaba llegar y dormir.


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-¿quieres que me quede?-me detuve en el segundo escalón al escuchar su voz.

Mire sobre mi hombro. Se encontraba mirándome con una media sonrisa esperando mi respuesta alce la cabeza mirando el cielo nocturno aún no había amanecido, la nieve caía sobre mi cara, suspire girándome sobre mis talones metiendo mis manos en el bolsillo de mi suéter. Ya le había regresado su campera.

-Brais, estoy cansada-mordí mi labio superior. La nieve sonaba con cada pisada que el daba hasta quedar enfrente mío, unos milímetros nos separaban.

-vendré a la tarde

-a Lili le gustara tu visita

Sonrió acercando su rostro al mío, subí un escalón más, alejándome de su cercanía. Brais me miro ceñudo sin comprender mi actitud hacia él.

-adiós Brais-murmure dándome la vuelta subiendo los escalones hasta abrir la puerta y adentrarme en la casa cerrando la puerta detrás de mí. Me recosté por la puerta deslizándome hacia abajo hasta caer sentada en el piso frio, oculte mi rostro con mis manos empezando a llorar, escucho el auto de Brais arrancar y el sonido alejarse.

Desperté por unos pinchazos en el brazo por parte de Lili. Me había quedado dormida en el piso. Lili se cruzó de brazos mirándome desde arriba.

-¿porqué no estás en la cama?-pregunta alzando una ceja.

-quería experimentar dormir en el piso cariño-respondí levantándome del suelo - es muy como dormir aquí, también estaba haciendo guardia para que el coco no entre a la casa.

-el piso es duro y para nada cómodo-comenta negando con la cabeza - ya estoy grande para tener miedo al coco.

Dio media vuelta marchándose hacia la cocina, baje mi vista mirando mis pantuflas por sus pies sonreí al ver que le quedaban enormes. Me levando del suelo y voy a mi habitación a darme una ducha para luego hacer el desayuno. La espalda me dolía, dormir en el piso no es nada comodo, no entiendo como termine dormida, tal vez después de mi dramático lloriqueo decidí ser floja y dormir sobre el tapete como un perro.

EXÓTICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora