Capitulo 44.

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Desperté por el olor a café, me removí en el incómodo sofá, abrí los ojos, pero la luz del sol que entraba por la ventana me cegó, cerré nuevamente los ojos. No recuerdo de como me quede dormida, tal vez el cansancio me venció en algún momento de la madrugada.

-despierta mi bella durmiente –escuche la voz de Brias decirme suavemente. Esa voz ronca sexy que hace erizar mi piel.

Abrí de nuevo los ojos vague mi vista por la habitación hasta toparme con los ojos de Brais, achine mis ojos sentándome para estirarme. Se veía cansado, viste con  remera blanca y unos jeans verde mate  algo holgados. Hombre sexy a la vista chicas.

-te traje café-dijo extendiendo el brazo con el café en mano.

Con pereza agarre de su mano el café y bebí de ella saboreándolo. Amo el café por la mañana, esta en su punto.

-¿Lili?-pregunte con la voz ronca mirando la camilla vacía.

-la llevaron para hacerle algunos estudios y continuar con la quimioterapia hasta donde se pueda menciono el medico.

-vaya... sí que tengo el sueño pesado-digo mirándolo.

Brais sonríe sentándose a mi lado estira el brazo para atraerme a su costado.

-solo estabas cansada-me dice presionando sus labios con los míos para luego apartarse y tomar su café mirándome fijamente.

- ¿y tu madre?

-la envíe a casa... ella necesitaba descansar, también se preocupa mucho por Lili es como su hija, pero a su edad no puede andar por hospitales y con preocupaciones. La estoy manteniendo informada con el tema de Lili de todos modos.

-pero yo intent...

-la asegure que Lili se encuentra mejor- dice mirándome, a pesar del abismo de preocupaciones que veía en sus ojos, aun así este chico me mantenía segura de que todo iba a  estar bien.

Sonrío dándole un casto beso. Brias era la pieza faltante del rompecabezas que me faltaba para sentirme viva y con fuerzas nuevamente para seguir alentándole a Lili que no se rinda. Que ella es más fuerte de lo que piensa. Esa niña pequeña es mas fuerte que todos nosotros.

Recuesto mi cabeza sobre su hombro esperando a que traigan a Lili. Los segundos se convierten en minutos y los minutos en horas y aun así no me muevo de la posición que estaba Brais me hablaba pero mi cerebro no estaba analizando lo que decía, mi mente estaba en otro lugar pero mi cuerpo se mantenía en el mismo sitio sentada a lado de Brais. Se podía decir que no estaba en orbita en este momento.

No quiero pensar de que pasara si Lili me deja en cualquier momento, no debería de estar pensando en estas cosas negativas, pero lo hago es difícil evitarlo, tal vez caiga en una depresión o me suicide, sé que eso es para cobarde.

¿Nunca se pusieron a pensar en quitarse la vida? saben que para eso se necesita agallas para hacerlo, eso es lo que me falta en esos momentos agallas, pero la tan sola idea de hacer semejante barbaridad me detiene y pienso en todas esas personas que me aman y el daño que puedo causar. Mi pequeña esta en una situación delicada y se que me causara un daño emocional que tardara en reparase. Ruego a Dios que mi luz no se apague, mi pequeña luz brillante de ojos enormes y una sonrisa angelical.

-¿Mei, me estas escuchando?- pregunta Brais sacándome de mis pensamientos no muy bonitos.

-perdona es solo que- el arquea sus cejas- no nada- bajo la mirada observando el piso blanco.

- Mei-lo miro- Lili no se ira... ella saldrá de esta, es una campeona con todas las letras en mayúsculas.

-tengo miedo-confieso en un hilo de voz que se con certeza que se romperá.

-el miedo es el peor enemigo del hombre Mei...no debes de temer amor, es una niña que no se dejara vencer fácilmente en esta guerra.

Sonrío al escuchar decirme ''amor'' y  sus palabras de aliento, eso es lo que quería, que me den esperanzas para seguir el sendero de piedras y espinas.

-gracias Brais

-¿porqué?

-por darme nuevamente esperanzas cuando ya no los tenía-respondo besando su hombro- amo a Lili...no quiero perderla, es la única familia que tengo Brais.

-mamá y yo seremos tu familia Mei- arrugo la frente negando.

-no

-¿no?-dice mirándome con tristeza

-ustedes ya son mi familia-digo con seguridad levantándome con él del sofá.

-te amo-dice agarrándome de la cintura.

-también te amo Brias.

Brias inclina su rostro hacia el mío acercando sus labios, estábamos a centímetros de besarnos, pero la puerta se abre sobresaltándonos miramos en dirección a la puerta. Entran dos enfermeras estirando una camilla que trae a Lili, me separo de Brais para acercarme a ella, la mudan con cuidado a su camilla para conectarla a la máquina de oxigeno entre otras máquinas que no conozco y la vía intravenosa.

Lili me observa sonrió agarrando su mano, ella me da un suave apretón. Brias se coloca detrás de mí abrazándome poniendo su barbilla sobre mi hombro, Lili dirige su mirada sobre mi hombro sonríe mostrando sus dientes.

-Hola preciosa- saluda Brais – comprendo que no puedes hablarme ahora.

Ella asiente, su sonrisa se convirtió en una mueca de dolor, ese gesto me alarmo.

-¿te duele algo cariño?-pregunto mirándola.

Asiente cerrando los ojos un momento para abrirlos de nuevo.

-¿tu pecho?

Vuelve asentir, miro a la enfermera que está controlando las maquinitas.

-tranquila enseguida le pasara el dolor, no se preocupe-ella mira a Lili- ¿cariño del 1 al 10 cuanto te duele el pecho?

Ella alza las manos con seis dedos arriba la enfermera asiente yo hago una mueca no muy segura. 

Nos quedamos parados al costado de la cama hasta que la pequeña quedo dormida, pasamos al sofá a sentarnos, al mirar por la ventana veía el cielo despegado, mi café ya se abría enfriado de todas formas vuelo a tomar, tenia el estomago revuelto por toda la situación. Solo deseaba salir con Lili por las puertas de salida de este lugar y nunca mas volver.



EXÓTICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora