Capítulo 9

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— ¿Salimos esta noche a las 8? — consideró Diego.

— Sí, a las 8 es perfecto.

— Te aviso cuando esté abajo para que bajes.

— Está bien.

Justin esperó ansioso la hora indicada, seleccionó sigilosamente la ropa perfecta. Se bañó en perfume, se peinó y esperó que Diego le avisara para que bajara.

Justin subió a su auto, saludó con un beso en la mejilla a Diego y se dirigieron al restaurante más cercano.

— ¿Y cómo sigues? — preguntó Diego cuando ya estaban sentados en la mesa.

— Pues igual, pero ya lo estoy sobrellevando esta noche me quiero olvidar de todo.

— ¿Desean los señores un buen vino? — preguntó inoportunamente el mesonero haciéndole recordar a Justin las bebidas alcohólicas que consumió Maluma antes de serle infiel.

— Eh, creo que no sería lo más indicado — dijo Diego quien ya había leído el artículo de la entrevista a Melissa.

— No, no, nada de eso, traiga una botella de vino, otra de champaña y tequila también — dijo Justin decidido.

— ¿Estás seguro? — preguntó Diego.

— Claro, por lo que veo tú también leíste el artículo, menos mal que solo tú sabías mi relación con el imbécil ese porque si no ahora mismo yo sería el idiota más grande de Colombia, Francia y sus alrededores — bromeó Justin.

— No creas que lo hice porque lo estaba buscando, fue un enlace que apareció y...

— Mientes fatal — reía Justin.

— Tienes razón, lo leí porque sabía que el tal Maluma estaba involucrado.

— Así me gusta, con la verdad por delante... Hablando de verdades, de qué trata el trabajo ese en Bogotá — indagó Justin.

— Ah bueno, como te comenté, es una empresa chocolatera que me propone hacer una sesión fotográfica allá para su calendario. Va a durar unas semanas y me están ofreciendo 200.000 dólares, también me piden que lleve unos seis modelos y pensé en ti para que me acompañaras debido al éxito que tuvieron las fotos para la marca de perfume, pero viendo lo que te pasó, me parece que sería un error que fueses ahorita justamente a Colombia.

— Bogotá es lo suficientemente grande como para encontrarme con... Además eso me daría más experiencia. Acepto.

— Esa es la actitud — dijo Diego emocionado.

Comieron Sushi, tomaron vino y champaña.

— Vámonos a una discoteca, tú debes conocer muchas por aquí — pidió Justin.

— Bueno, si es lo que quieres...

En cuestión de minutos las luces, el humo, la música altísima, el olor a cigarro y la gente bailando estaban rodeando a Justin quien disfrutó como nunca.

— Vamos a bailar — propuso Justin.

— No, no, bailo muy mal — dijo Diego.

— No importa, hay mucha gente, nadie se va a dar cuenta, además venimos a divertirnos, no a un concurso de baile. — intentó convencerlo Justin.

— No, ve tú — insistió Diego.

— Vale.

Como pudo y metiéndose entre la multitud, Justin llegó al centro de la pista, cuando de pronto, sintió como alguien lo abrazaba por detrás, apretándolo contra un cuerpo sólido, con unos músculos que se marcaban y brazos duros como una piedra...

El Guardaespaldas IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora